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Análisis e Interpretación

Cómo nos venden la Guerra (y XXV)

Cómo nos venden la Guerra (y  XXV) Cómo nos vendieron la III Guerra del Golfo Pérsico (Conclusiones):

La III Guerra del Golfo ha sido más un espectáculo mediático que una lucha en firme. Ambos bandos aprovechaban el más mínimo suceso anecdótico para ensalzarse y ridiculizar al contrario, convirtiendo esta contienda en el sueño de todo buen propagandista.
La actuación de los medios en la guerra ha ido más allá de una cobertura intensiva de 24 horas, y un despliegue jamás visto. Eso no servía de nada, y no hemos visto más de lo que nos han dejado ver:

- Los corresponsales empotrados en unidades estaban controlados totalmente por los oficiales de dicha unidad, sufriendo una censura férrea, como se ha visto en el capítulo de la campaña.

- Los enviados especiales a Bagdag sólo podían salir del hotel con la escolta y los guías del ejército iraquí, pudiendo transmitir tan sólo lo que quería Bagdag o lo que captaban sus cámaras desde su habitación.

- La retransmisión de combates en directo ha sido una falacia, recuerdo en los primeros días como las tropas actuaban ante la cámara haciendo como que combatían y cómo se insertaban las máscaras antigas al grito de Gas!! Gas!.

- Por supuesto la desinformación de cara a operaciones psicológicas y ganancia de ventaja estratégica ha vivido uno de sus mejores momentos. El anunciar que la campaña se detendría y que Bagdag caería en verano días antes del avance final fue una genialidad estratégica. DE nuevo, como con las imágenes de los marines en 1991, los medios sirvieron para colarle otro gol a Sadam Husein.

- Para colmo de males, la guerra además de parecer una superproducción de Hollywood (recuérdese La Cortina de Humo, con Robert de Niro y Dustin Hoffman) ha sido comparada constantemente con películas por los medios (Mad Max/ El Mundo, Apocalypse Now/ Onda Cero...)

Una definición más precisa del objeto formal de este trabajo sería delimitarlo como: efectos de las prácticas comunicativas del ejército aliado en la prensa española durante el conflicto de Irak (guerra de los veinte días/ El País, El Mundo, EL ABC, La Razón). De esta forma seríamos más precisos.

Desde esta definición puede abordarse el tema en su conjunto, pero quedarían sin resolver ciertos aspectos de los arriba reseñados, que deben abordarse bajo la misma luz, pero por separado.

Resulta difícil tratar de configurar un marco teórico, tan sólo dentro de las ciencias de la comunicación para el estudio de un fenómeno del que consideramos la desinformación, una de sus características básicas. Debemos apuntar que la manipulación informativa no es un objeto aislado dentro de todas las acciones que se desarrollan en una confrontación bélica, sino que forma parte de las diversas tácticas con que se operacionalizan las teorías estratégicas, de modo que un análisis de ésta nos debe llevar, por fuerza, a mezclar conceptos casi exclusivamente militares para hablar de cómo se pone en práctica la manipulación, con los propios de la ciencias de la información para referirnos a los efectos y, sobre todo, a la increíble eficacia de estas prácticas.

Debemos tener en cuenta que el objeto material viene determinado por todo un corpus establecido a finales de los años 70, y que sin duda se ha venido desarrollando y perfeccionando en los 80 y 90, mucho más rápidamente que la capacidad de los medios para hacerle frente. Por ello, las teorías que, creemos, mejor nos van a ayudar a establecer la relación entre las prácticas manipuladoras y las distorsiones que crean, son aquellas que se centraban, en los 60 y 70, en los efectos de la comunicación colectiva sobre la cultura y la sociedad, y que, sin duda, tuvieron muy en cuenta, quienes desarrollaron unas prácticas que han estado, todo hay que decirlo, más o menos latentes dentro de toda la historia de la guerra, que lamentablemente es la historia del Hombre.

1- El establecimiento de la agenda(The Agenda Setting):
Malcolm Mc Combs y Donald Shaw mantuvieron que los medios de comunicación, por el mero hecho de prestar atención a algunos temas e ignorar otros, tienen un efecto sobre la opinión pública (recordemos la primera Guerra del Golfo, con sus escasas imágenes, cuando la premisa del medio televisivo es “si no hay imágenes, no hay noticia”). La gente tenderá a conocer aquellas cuestiones de las que se ocupen los medios de comunicación y adoptará el orden de prioridades que se asigne a los diversos temas.
La idea básica es que, dado un elenco determinado de problemas y temas, los que obtengan mayor atención por parte de los medios de difusión, resultarán más familiares y parecerán más importantes durante un tiempo; y pasará lo contrario con los que obtengan menos. Esta teoría es muy fácilmente comprobable por medio de los sondeos de opinión existentes.

2- Modelo de Dependencia Acerca de los Efectos de la Comunicación Colectiva:
El modelo descrito por Ball-Rokeach y DeFleur, tiene como punto central las condiciones centrales de una sociedad, que determina la probabilidad de que se produzcan los efectos de los medios de difusión.
La idea más significativa expresada por el modelo es que en las sociedades modernas, los miembros de la audiencia llegan a depender de los recursos informativos de los medios de difusión para su conocimiento de y orientación hacia lo que está sucediendo en su propia sociedad. El tipo de dependencia y su grado dependerán, a su vez, de un conjunto de condiciones estructurales, pero la más importante de éstas tiene que ver, en primer término, con el grado en que una sociedad está sometida al cambio, conflicto o inestabilidad, y en segundo término, con el grado en que los medios de difusión realizan, de hecho, muchas funciones de información únicas y centrales. El modelo de muestra por consiguiente la interrelación entre tres conjuntos principales de variables y especifica los tipos de efectos más importantes que dependen de su interacción.
Efectos a estudiar según este enfoque:

a) Cognoscitivos: producción y aclaración de la ambigüedad, formación de la actitud, establecimiento de la agenda, expansión de los sistemas de creencias de la gente, clarificación de valores, etc.
b) Afectivos: producción de miedo, ansiedad. Aumento o reducción del estado de ánimo.
c) Conductales: activación y desactivación. Logro o suministro de estrategias para la acción. Fomento de la conducta altruista, etc,.

Al interpretar este modelo es importante tener en cuenta que los tres componentes principales (audiencia, sistema los medios de difusión y sistema social) están interrelacionados. Además la audiencia será diversa en relación con el sistema social y los cambios y condiciones sociales. En general las élites sociales tendrán más control sobre los medios, más acceso a éstos y serán también menos dependientes con respecto a ellos que los demás.

3- La Espiral del Silencio:
La socióloga alemana Noelle-Neuman trata de establecer el modo en el que se forma la opinión pública, sería a través de un juego reciproco entre la comunicación colectiva, la comunicación interpersonal, y la percepción que un individuo tiene de su propia opinión frente a otras opiniones, dentro de la sociedad.

La idea esencial es que todos los individuos tratan de evitar el aislamiento, entendido como el hecho de encontrarse sólo en el mantenimiento de ciertas actitudes y creencias. Por tanto, uno observa su propio entorno con el fin de aprender qué, opiniones prevalecen o se fortalecen, y cuáles son menos dominantes o están en declive. Si un cree que la opiniones propias pertenecen a esta última categoría, estará menos proclive a expresarlas, precisamente por el miedo al aislamiento.

En cualquier caso debemos tener en cuenta el desarrollo de teorías que, como la de Mc Comb, irían ahora más encaminadas al ámbito de la teoría del conocimiento, y desde las cuales podremos explicar mucho mejor los fenómenos de saturación de los medios, así como la búsqueda continua de la virulencia en las imágenes de quienes adoptan una postura antibelicista.

Hasta este punto alcanzan la teorías desde las que se podría explicar la actuación comunicativa de los ejércitos, y los gobierno respectivos de los países que han actuado activamente en esta última guerra de Irak. No queremos dejar de añadir que no pretendemos explicar al completo las prácticas con ninguna de estas teorías, si bien creemos que la delimitación de las mismas ha sido llevada a cabo teniéndolas muy en cuenta, por ello creemos que podremos llegar a explicar satisfactoriamente el fenómeno de la manipulación informativa por medio de una combinación de todas ellas, a través de los efectos que se les supone.

Desde un punto de vista lógico, podríamos analizar todos estos comportamientos comunicativos desde una semántica de la guerra, en la que definiríamos a la guerra en sí, como un fenómeno que se genera a sí mismo, ésta se piensa a sí misma, es un fenómeno teórico y una actividad práctica. La razón por la que la guerra operacionaliza sus conceptos sería la estrategia, la estrategia piensa la articulación lógica de las acciones dentro de una guerra, usar lo que el otro piensa hacer como parte de mi propia estrategia, pero una cosa es actuar sobre la materia, y otra sobre animales. Las unidades (fonemas dentro de esta semántica) de la estrategia se llaman estratagemas, la táctica es una sintáctica; cálculo de las acciones del uno con las acciones del otro.
La primera víctima de una guerra, por la estrategia, es la verdad, por ello la relación entre guerra y medios es tan compleja, ya que las fuerzas usan los medios como instrumentos de guerra. Entre las mentiras recíprocas podemos, a pesar de todo, llegar a algunas verdades.

Uno de los leiv motiv de la actual manipulación informativa en las últimas guerras (no está de mas que recordemos ahora que nos vamos a centrar, por supuesto, en la actuación de los aliados), lo podemos encontrar en todo un marco teórico que podríamos denominar de establecimiento, precisamente a través de la espiral del silencio y de la agenda setting de un concepto idealizado, o incluso utópico, de lo que es una guerra. En ésta no se producen bajas en el ejército aliado, y si sucede, se crean nuevos conceptos para explicarlas de una manera satisfactoria, desde el punto de vista táctico, como víctimas del “fuego amigo”, en esta misma línea, se tratará de ocultar al máximo posible un excesivo número de bajas en las filas el enemigo, no olvidemos que se estiman en doscientas mil las que el ejército iraquí sufrió en la primera guerra del golfo, cosa que no se conoció hasta pasados unos años, para evitar que un baile de cifras vulnere la imagen idealizada que se trata de instaurar en la conciencia colectiva del los países del mundo denominado libre por quienes definen también lo que es la libertad.

Según lo que se quiere hacer creer, gracias a esta guerra caracterizada como tecnológica, no existe el cuerpo a cuerpo, es una “guerra limpia”, en la que no se producen bajas en el ejército aliado (cosa que, como ya hemos dicho, no tiene por qué corresponderse con la realidad). El cuerpo a cuerpo se convierte en un momento de indeterminación simbólica, en esa dirección van a ir todas las actuaciones comunicativas de las fuerzas aliadas y su pull de medios. Pero veremos que, lamentablemente, sí se va a producir un virulento cuerpo a cuerpo, y estudiaremos cómo tratarán esta información los periodistas que viajan “empotrados” en un cuerpo del ejército.

Punto y aparte, sería estudiar el comportamiento de los medios de comunicación en los EE.UU., cosa que, por supuesto, merecería otro estudio, quizá más extenso e interesante que el que nos lleva en estos momentos a tocar tangencialmente este tema por considerar que se ha producido una evolución en el tratamiento que los medios estadounidenses han hecho de la invasión de Irak, respecto a otros conflictos, como el de Kósovo, que hemos estudiado a fondo para la realización de nuestro trabajo. Hasta ahora no ha cabido jamás ninguna duda de que la actuación de los periodistas norteamericanos ha estado históricamente definida, salvo algunas curiosas y gloriosas excepciones, por una perfecta asunción de su papel como “gatekeepers”, la connivencia entre gobierno americano y la prensa a la hora de la información bélica ha sido la premisa básica que ha determinado sus relaciones.

No queremos adelantar nada que debemos dejar para el postrer análisis de nuestros datos, pero tampoco queremos olvidar, antes de entrar a analizar al comportamiento de nuestros propios medios, el marco general del medio informativo de los países que han sido nuestros aliados.
La prensa americana ha cerrado filas en torno a la política de Bus como jamás lo había hecho antes, es más, se ha convertido en cómplice absoluto del trabajo de la administración republicana que ha tratado de redefinir desde el once de septiembre de 2001, todo el marco de la política internacional. La teoría de la espiral del silencio, gracias a los gatekeepers (por supuesto, los periodistas) americanos, se ha convertido más bien el aquel carro de los vencedores que describía Plutarco, en el que “gente de toda ralea, se encaminaba hacia los escenarios en los que se escribía la historia”.

La prensa americana ha disfrazado la masacre de heroísmo, ha buscado historias de solidaridades y rescates (no queremos dejar de recordar que, también en esto, algunos medios españoles le han ido a la zaga, sin más apuntemos la foto de portada en ABC del primer sábado de guerra, la que aparecía un soldado americano dando de beber a uno iraquí de su propia cantimplora), y se han olvidado de rescatar, para quien pudiera estar interesado también en ello, el hedor de los cadáveres pudriéndose en el desierto.
La prensa norteamericana ha liderado, el muy poco democrático, movimiento social de los EE.UU. del conmigo o contra mí, por ello ha existido pleno acuerdo semántico en no hablar de ocupación, sino de liberación.

La historia se ha ido fijando a priori, confiando primero en la falta de memoria de la sociedad, que recibía las declaraciones del Secretario de Estado de los EE.UU. el pasado Otoño acerca de que, si se consideraba necesario, se llegaría a mentir en la lucha contra el terrorismo internacional, con una increíble falta de escepticismo, así como la partida multimillonaria que, hace un año, se supo que el gobierno federal destinaría a la compra de periodistas en todo el mundo. Esta práctica de “fondo de reptiles” no es nueva, por supuesto, ya que data de la época de Bismark, pero explica cómo el gobierno americano y las demás potencias no han tenido ningún pudor en destapar la lógica interna con la que operan los estados, y luchar abiertamente, y desde el principio, por los despojos de los vencidos, el botín de guerra, que en este casó serán los contratos de reconstrucción y las concesiones petrolíferas.

La historia ya no la escriben los vencedores a posteriori, sino que se configura a priori en los medios que, como gatekeepers, configuran los papeles, por medio de la repetición constante de las consignas de los que se saben vencedores de antemano. Si una mentira es repetida muchas veces puede adquirir apariencia de verdad, cuando su repetición es global, planetaria, se puede convertir en una verdad dogmatizada, que ha desplazado a la realidad hacia un marco ideal, en el que las guerras no tienen lugar, a través de la fijación de conceptos como guerra limpia, catástrofe humanitaria, daño colateral o bomba inteligente.

La diferencia con los medios de comunicación de los dos principales aliados, España e Inglaterra, ha sido enorme, dejemos aparte a nuestro país puesto que vamos a analizar el caso de la prensa de modo, esperamos satisfactoriamente exhaustivo. Inglaterra se ha librado del fenómeno sectario que ha barrido a la sociedad americana, a pesar de que el respaldo a la política de Blair ha ido en aumento (en parte porque ha sido el único de los dirigentes del “mundo libre” que ha considerado oportuno explicar a la población su política), quizá por ello, aunque el apoyo a la guerra de los medios conservadores haya sido exacerbado, ha habido algunas claras y sorprendentes excepciones. La BBC ha respondido ha su tradicional y controvertido papel de medio patrocinado por el gobierno, pero de un marcado carácter independiente, mostrando un amplio apoyo a las posturas antibelicistas. Debemos apuntar para terminar con la exposición de este punto que, como hecho muy destacable, su director general, Greg Dyke, hacía unas declaraciones al respecto del tratamiento que de la guerra han hecho las televisiones estadounidenses, en especial Fox News, que en ésta, ha desbancado a la CNN del liderazgo que venía ejerciendo desde la primera guerra del golfo (y, en gran medida, gracias a ella), por medio de una postura descaradamente patriotera, tachándolas abiertamente en unas conferencias ofrecidas en el Goldsmith College, de vergonzosas manipulaciones y manifestando su honda preocupación por la posibilidad de la entrada de empresas norteamericanas, como el Clear Channel, en el mercado de la información de su país, de cara al mantenimiento de las garantías de veracidad en el sistema comunicativo inglés.

Con esto no termina mi investigación sobre la III Guerra del Golfo. Estoy adaptando para el Blog otro trabajo más especializado sobre la manipulación infomrativa en los Medios de Comunicación Social a lo largo de la Guerra, y otro sobre las denominadas Guerras Postmodernas (De Vietnam a las Malvinas), que publicaré en breve.

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