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Análisis e Interpretación

El fenómeno del Terrorismo

El fenómeno del Terrorismo

 

Aunque el fenómeno terrorista no se convirtió en lo que es, una forma violenta de comunicación social, de propaganda por los hechos, hasta las acciones de grupos armados ligados al movimiento obrero, como el caso de los grupos anarquistas en España,  dicho fenómeno en sí de violencia irregular con el objetivo de aterrorizar a la población empieza con la secta de los Hassasin, en Oriente Próximo, ligados al fundamentalismo religioso.

 

En el siglo veinte el terrorismo empieza a tener repercusiones en la política internacional e incluso es utilizado por los estados en guerra: La doctrina del Bombardeo de alfombra, que tenía por objetivos los centros industriales, habla de utilizar grandes formaciones de bombarderos  para cubrir una gran zona en la que soltar las bombas. A partir de ella se desarrolla la doctrina del Bombardeo de Terror o bombardeo terrorista, que tiene por objetivo la población civil. Produciendo grandes bajas civiles, pretende minar la moral de la población, así como su determinación para combatir, básicamente un acto terrorista ejecutado por fuerzas armadas regulares. Para ello utilizaban bombas incendiarias contra centros de población, principalmente contra las viviendas y refugios. Ejemplos de esta táctica fueron los bombardeos alemanes contra Londres, Soviéticos contra Helsinki, Aliados contra Dresde o estadounidense contra Tokio. El lanzamiento de bombas atómicas contra Hiroshima y Nagasaki no fue más que una evolución de esta táctica.

En la guerra fría ambos bloques utilizan las guerrillas y el terrorismo contra países satélite del enemigo en la multitud de conflictos limitados en los que se enfrentaron a lo largo de ese periodo histórico. La Doctrina NSC68 de los Estados Unidos en los años cincuenta hace referencia a la respuesta con fuerzas convencionales por los norteamericanos al expansionismo soviético, y resalta la importancia estratégica de Taiwán como centro de operaciones encubiertas contra China. Ya la Doctrina Eisenhower de 1957 habla de intervención en otros países amenazados por grupos comunistas, generalmente de carácter guerrillero. A partir de 1963 los Estados Unidos intervienen en las confrontaciones civiles de Latinoamérica apoyando regímenes militares frente a guerrillas de orientación comunista, lo que dará lugar años más tarde a la organización u apoyo logísticos a grupos irregulares como la Contra Nicaragüense en los años 70 y 80, cuando se generaliza la Doctrina de Seguridad Nacional en Latinoamérica y los ejércitos de esos países consideran cualquier método válido para la lucha contra las guerrillas.

Por lo tanto en este periodo tenemos frecuentes usos de las tácticas guerrilleras y terroristas por ambos bandos en un enfrentamiento indirecto que busca crear inestabilidad en estados clave para luego atraerlos al bloque propio.

En los años setenta y ochenta irrumpen los grupos de terrorismo vinculados al extremismo islámico, aunque pocas veces se han reconocido como integristas a los grupos de extremismo cristiano, caso del IRA, grupo católico por definición, o de las milicias estadounidenses de extrema derecha. Estos grupos musulmanes nacen ligados a la descolonización. Como el ELN argelino en los años 60, pero también al conflicto árabe-israelí, como los diversos grupos armados de Palestina y el Líbano, una zona donde también se ha dado el terrorismo de estado por parte de Israel.
Finalmente cobran importancia otros grupos de terrorismo endógeno, como son los grupos armados nacionalistas, categoría en la que entran el IRA en Irlanda del Norte, ETA en España, o el Ejército Corso e Iparretarrak (vascofrancés) en Francia, por poner un ejemplo. El principal problema aparece a la hora de distinguir los movimientos de liberación nacional y las guerrillas de los grupos denominados terroristas, añadiendo a estos últimos un cariz despectivo que parece querer legitimar otros tipos de acción irregular.

El terrorismo es una forma de uso de la violencia con fines políticos, no es la única forma de violencia con dichos fines, y se basa en la conocida formula de propaganda de hecho, es decir el uso táctico y ocasional de la violencia. No hay que confundirlo con la guerra convencional no con otras formas de violencia prebélica, como son la guerra de guerrillas, las insurrecciones armadas o el propio terrorismo.

El terrorismo es diferente de las guerrillas, aunque ambos tipos de violencia política carecen de los recursos humanos y materiales para desencadenar una guerra convencional. La diferencia entre ambos está en la cantidad de medios humanos y en el modus operandi utilizado (la búsqueda o la evasión del enfrentamiento directo con el enemigo. El terrorismo es un conflicto violento y prebélico, como la guerrilla, y crea terror (de ahí su nombre) y destrucción, pero no a los niveles que alcanza una guerra convencional. Es un ataque a la población civil, pero destinado a minar la moral. Por sí sola una ola de atentados terroristas es incapaz de ganar una guerra.
  
La mecánica de funcionamiento de Al Qaeda queda inscrita en un contexto de colaboración entre grupos terroristas que no ha sido del todo aclarado. El periodismo de investigación lleva hablando desde los años 70 de una pretendida Internacional Terrorista, una asamblea de grupos armados reunidos para sentar las bases de las relaciones entre sí, entre las que destacan la colaboración en tareas de información, apoyo en la adquisición de material de guerra, armas y explosivos, en los circuitos de tráfico ilegal de armas, y ante todo el respeto territorial. Éste es un apartado clave para la convivencia de dos bandas terroristas en u mismo país, que en laza con la definición propia de terrorismo:

El terrorismo es por definición un uso de la violencia como instrumento del terror, o un acto de dominación por el terror. Generalmente va vinculado a causas políticas o religiosas, y cabe decir que la comunidad internacional no acaba de ponerse de acuerdo en la definición de lo que es el terrorismo. Mientras que para algunos autores la clave del concepto está en la motivación ideológica del activista digamos cualquier forma de extremismo político o religioso, e incluso con respecto al respeto por las leyes, por ejemplo en su comparación con la guerra de guerrillas; sin embargo existe otra definición que se acerca más  a la realidad: Es la que ve al terrorismo como una forma de lucha. En tal caso el terrorismo sería una forma de lucha a utilizar por los contendientes en conflicto. Esto no quiere decir que estén en guerra, sino que existe una situación de no entendimiento por las partes que ha evolucionado hacia un uso de la violencia. Y ante todo es un acto de violencia pública. El objetivo de un terrorista al disparar sobre alguien o colocar un explosivo, es que la sociedad se haga eco de lo que está haciendo. Es una llamada de atención y necesita que lo vea y oiga el mayor número de personas, porque con ello quedarán afectadas por su acto violento. Un acto de violencia en secreto carece de todo valor para un grupo terrorista, si embargo la violencia pública, a la que pueden acceder los ciudadanos mediante los medios de comunicación o sencillamente por que les ha cogido en el lugar de los hechos sí tiene efectos sobre la moral de la población, es un acto de comunicación a través de la violencia, con el que un grupo armado pide que se satisfagan sus intereses.  ¿Qué importa un acto de propaganda por los hechos si nadie se ve expuesto a dicha propaganda? Sencillamente el mensaje no llega a su destinatario, que es la sociedad personificada en las instituciones del estado.

El terrorismo es una estrategia de acción política. Tiene que ver con la determinación de unos objetivos y unos medios materiales y humanos para dichos objetivos actuando de forma combinada. Por lo tanto quedan excluidos los actos terroristas aislados, como podrían ser los sufridos por EEUU hasta el 11 de Septiembre de 2001: La bomba en el edificio federal de Oklahoma City, las bombas que estallaron en Atlanta durante los JJOO de 1996, o las cartas-bomba de Unabomber. En los casos que el terrorismo es utilizado por fuerzas ligadas a la seguridad de un estado para mantener el orden social se le denomina terrorismo represivo o terrorismo de estado. La finalidad del terrorismo puede ser muy diversa, los objetivos son generalmente políticos, pero hay que exceptuar el fin lucrativo, más propio de otras formas de crimen organizado.

El terrorismo requiere una organización, una capacidad logística (para la adquisición de armas, explosivos, información, tecnología…) esencial en esa estrategia, así como la combinación del uso de la violencia con la amenaza del uso de la violencia. Esto quiere decir que no se hace de cara a una disuasión del enemigo, como la preparación y demostración de una fuerza y capacidad de respuesta, convencional o nuclear,  creíbles que van ligadas a las fuerzas armadas de los estados; sino para crear un sentimiento de temor e inseguridad en la población civil.

La violencia terrorista tiene dos facetas: Destructiva y Simbólica, vinculada la primera al uso real de la fuerza, y la segunda a las sensaciones que produce: Vulnerabilidad de los sectores victimizados y la omnipotencia de los sectores que lo apoyan.

 La vulnerabilidad se anhela en el inconsciente por falta de pautas claras, es necesario para crear esta sensación en la población una arbitrariedad en las acciones, y no sólo un terrorismo selectivo. Puesto que es una forma de propaganda por los hechos, un grupo terrorista a través de una acción trata de presentarla como un acto de violencia magnificado, frente a la propaganda estatal que trata de minimizarlo. Esta estrategia propagandística ha ido modificándose con el tiempo y en situaciones determinadas, por ejemplo ante los ataques del 11 de Septiembre de 2001 era evidente que un grupo terrorista había utilizado aviones de pasajeros para estrellarlos contra objetivos emblemáticos de la estructura económica (World Trade Center) y militar (El Pentágono) de los EEUU. Había destruido los símbolos de su poder a sabiendas que la economía y las fuerzas armadas de los EEUU seguirían funcionando. Sin embargo lograron introducir en la mente de los ciudadanos estadounidenses la idea de vulnerabilidad que les ha llevado a la situación actual: La aceptación de un recorte de libertades por su propia seguridad. En este caso el estado no tenía manera de minimizar los efectos de los atentados, cuando se trata de recavar el apoyo popular o internacional el estado puede también hacerse la víctima, reconocer el golpe, y por supuesto minimizar la capacidad del agente agresor, en este caso un grupo terrorista. No hablamos en absoluto de manipular la información para reducir el número de muertos civiles, dado que eso tiene para los medios de comunicación una fácil comprobación.

De cara a una más fácil comprensión del fenómeno y una eficaz solución, los medios de comunicación deben informar acerca de los actos de terrorismo con rigor y cierto grado de imparcialidad. Esto no quiere decir que sean totalmente objetivos ante actos ilegales de barbarie pública, lo cual está tipificado como un delito de apología del terrorismo.

Es fácil confundir el terrorismo con otras formas de lucha vinculadas a la política. El terrorismo no es guerra subversiva, porque la guerra subversiva o guerra de guerrillas es una estrategia de guerra y no un tipo de guerra. En función de su evolución una guerra, civil o no, inicia y acaba con el mismo tipo de uso de la fuerza (convencional, nuclear, química, biológica…) o en cuanto a la limitación de su uso (guerra total o limitada). La guerrilla se diferencia de las estrategias defensivas y ofensivas, así como de las de sometimiento y de resistencia, en que es una estrategia deferente: Se trata de un tipo de violencia prebélico que no implica de por sí el desarrollo de una guerra. El terrorismo en sí es una táctica, poco útil en la guerra convencional, pero sí cabe dentro de la estrategia de guerrillas.

El terrorismo como Estrategia opera en situaciones no bélicas, en contextos de oposición política o liberación nacional, por ejemplo. En una guerra no pasaría de ser una táctica para hacer ganar una batalla, pero insuficiente para ganar la guerra en sí, frente a la capacidad masiva y sistemática de causar daño que tiene un ejército convencional.

El terrorismo tiene sentido como violencia prebélica, porque busca una estrategia de disentimiento, de impotencia, en la población afectada. Los hechos dicen que el terrorismo es un fenómeno social modesto en relación con otros tipos de crímenes violentos.  De hecho es un fenómeno social marginal respecto a otros vinculados a la muerte: Las cifras de muertos por terrorismo nada tienen que ver con respecto a las de los fallecidos por accidentes de tráfico. Sin embargo por razones de ética y moral se reconoce la importancia del fenómeno, dado que afecta a la estructura del estado y ante todo a las víctimas y familiares de víctimas.

Como fenómeno social e internacional el terrorismo no destaca por su cantidad, sino por su importancia cualitativa: Tiene el mismo perfil de evolución por ciclos que otros fenómenos sociales respecto a los puntos álgidos y la caída de la actividad terrorista, y las características propias que tiene no le hacen excepcional respecto al resto de fenómenos sociales. La tendencia del fenómeno no ha evolucionado entre 1968 y 2000, dado que años de gran actividad son seguidos de periodos de inactividad. Hoy estaríamos viviendo un periodo de gran actividad, iniciado con los atentados del 11 de Septiembre, continuados con la campaña de Afganistán, la actividad terrorista residual vinculada a esta guerra, la campaña de Iraq, la resistencia en dicho país y finalmente esta campaña de represalias contra los estados que han apoyado la guerra y la ocupación.

El nivel de victimización, o número de víctimas es bajísimo respecto a otras forma de violencia o fenómenos sociales violentos como los accidentes de tráfico o la violencia doméstica, baste comparar los muertos causados por la actividad de ETA en los últimos ocho años respecto a las mujeres fallecidas por la violencia que ejercen sus maridos. 

El perfil de actos terroristas depende del tipo de violencia que usan, es decir: cuanto menor riesgo corra el terrorista más va a usar esa táctica, de ahí que estudiando por ejemplo las acciones de ETA veamos un aumento del uso de coches-bomba y cartas-bomba respecto a los ametrallamientos o atentados selectivos (el famoso tiro en la nuca). Esto se debe a una infraestructura logística limitada y una escasa capacidad de uso de la violencia, los grupos terroristas tienen menos efectivos humanos y menos medios que una organización guerrillera o un ejército regular. En otras palabras, pocos grupos terroristas podrían llevar a cabo un asalto a gran escala, por ejemplo contra una prisión o comisaría, aunque sin embargo es más fácil colocar una bomba-lapa en un coche o dejar un coche cargado de explosivos en una calle concurrida. Aquí vemos otra diferencia con respecto a la guerrilla: El guerrillero busca el enfrentamiento con el enemigo en condiciones favorables, mientras que el terrorista evita todo enfrentamiento directo. 

Por regiones geopolíticas, la zona del con mayor número de grupos terroristas es Europa Occidental, seguido de Asia y África Subsahariana. La región de Oriente Próximo es, por extraño que parezca, la que menor número de grupos terroristas tiene, aunque esto no tenga nada que ver con la actividad terrorista o con las situaciones de inestabilidad política que exista en cada región del mundo.

Respecto a la lucha antiterrorista cabe decir que ningún atentado u ola de atentados marque en absoluto una tendencia estructural: El terrorismo no tiene conclusiones estructurales, es decir que afecten a la estructura de la sociedad de forma definitiva o a largo plazo, sino que van enmarcadas en un contexto coyuntural, es decir que tienen un efecto limitado en el espacio y el tiempo, a corto plazo. Esto convierte en medidas fallidas contra el terrorismo las Operaciones Militares y los Tribunales militares, así como el recorte de libertades fuera del marco de una política antiterrorista. Estos hechos tan sólo amplían la arbitrariedad de las fuerzas de seguridad. Unas medidas más aceptables son la colaboración entre servicios de información a nivel internacional y la coordinación interestatal de la lucha antiterrorista. Respecto a la primera es esencial añadir que la información que puedan proporcionar los servicios de inteligencia es vital en la anticipación y prevención de acciones terroristas (la mejor forma de luchar contra el terrorismo es que los atentados no lleguen a ocurrir). Respecto al 11 de Septiembre de 2001, el principal error de los servicios de inteligencia fue el exceso de confianza en la alta tecnología para espiar las comunicaciones, así como la carencia de los clásicos espías infiltrados. Tratándose de grupos terroristas vinculados al extremismo islámico, el principal problema es la lengua: No había agentes de la CIA o el MI6    que hablasen pashtún para infiltrarse en Afganistán;  igualmente en el caso de la policía nacional se hace difícil encontrar agentes que hablen árabe con fluidez para vigilar las actividades de la comunidad inmigrante musulmana en nuestro país. En este caso los riesgos de confiar en informadores a sueldo son demasiado altos debido a la dificultad de contrastar las informaciones que pudiesen aportar.

El terrorismo no es un acto político, ni siquiera un alto número de víctimas cambia el asunto. Sólo tiene valor simbólico y espectacular para su uso propagandístico, como fue la destrucción de símbolos del poder de los Estados Unidos o el ataque a las vías de comunicación en España, reconocida como punto de paso, de comunicación entre tres continentes. El mayor número de víctimas causadas por un atentado terrorista antes del ataque a las Torres Gemelas y El Pentágono fue en 1979, una bomba en un cine durante la revolución islamista en Irán, con cuatrocientos setenta y siete muertos. Hasta ese momento los Estados Unidos sólo atacaban determinados tipos de acto terrorista, a los que definía como terrorismo internacional, fenómenos dados cuando un estado trataba de exportar su forma de organización política y social a través del terrorismo, caso de la exportación de la revolución chií de Irán, o los atentados de Lockerville vinculados a Libia. Eran acciones terroristas que le afectaban en el exterior, y en absoluto colaboraba contra las formas de terrorismo endógenos, que a principios de los años ochenta pusieron en peligro de desbertebración a determinadas democracias occidentales (Reino Unido con el IRA, España con ETA…). Hasta entonces los Estados Unidos tenían una sensación de invulnerabilidad frente al terrorismo dado en las democracias de Europa Occidental, puesto que los casos dados en su territorio (La bomba en el edificio federal de Oklahoma, las bombas en la Olimpíada de Atlanta o  Unabomber) no eran más que actos de terror aislados que implicaban el uso de la violencia. Sí han sufrido actividades terroristas, nada comparables con lo que hemos vivido en Europa: Las milicias paramilitares del Sur de los Estados Unidos, las acciones del Ku Klux Klan, pero no lo han tomado como auténtico terrorismo debido a la ausencia de la determinación de objetivos políticos y medios materiales y humanos actuando de forma combinada a la que hemos hecho referencia.

El 11 de Septiembre puso en evidencia que determinado tipo de organizaciones terroristas pueden desarrollar una estrategia que cubra la diferencia entre terrorismo y guerra de guerrillas (una especie de guerrilla terrorista o terrorismo guerrillero). Al Qaeda funcionaba en Afganistán como grupo guerrillero que apoyaba a la milicia talibán y que trataba de extenderse como guerrilla, primero al mundo islámico y luego al occidental, para demostrar con el ejercicio de su violencia la vulnerabilidad de Occidente. De prosperar, habría podido generar un fenómeno híbrido de guerrilla y terrorismo, ya visto en Tanzania y Kenia con la voladura de embajadas de los Estados Unidos, y un posible aumento de su capacidad operativa: De grupo terrorista a guerrilla, y de ahí (a largo plazo) a ejército convencional.  Los términos de células durmientes, es decir comandos de activistas que entran en un país de manera legal y llevan una vida normal sin despertar sospechas hasta el momento de su activación para cometer atentados, son equiparables a los términos policiales utilizados con ETA de Legales (miembros no fichados) y liberados (miembros fichados y que se mantienen a sueldo en la organización debido a su experiencia). Son términos que vienen del mundo del espionaje y que fueron muy utilizados por los dos grandes bloques entre sí durante la Guerra Fría.

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