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Análisis e Interpretación

LAS MOTIVACIONES INDIVIDUALES DE LOS TERRORISTAS

LAS MOTIVACIONES INDIVIDUALES DE LOS TERRORISTAS Motivaciones Individuales del Terrorista:  

Los terroristas son condicionados para mantener una actitud beligerante que fácilmente se confunde con disfunciones mentales como la psicopatía o la sociopatía. Se trata de una combinación de Cultura del Odio y (en algunos casos extremos) Cultura del Martirio. Esto no se da sólo en los terroristas suicidas, sino también en terroristas de ideología nacionalista, de extrema izquierda o de extrema derecha, algunos de los cuales han llegado a morir en huelgas de hambre, como ha ocurrido con presos del IRA o el GRAPO.

 

Se dan una serie de factores de tránsito hacia la trasgresión social (uso de la violencia) y la clave está en averiguar por qué se da en un grupo minoritario de individuos (el terrorismo es una elección libre de los mismos).

 

No existe un marco de análisis aplicable a los distintos activistas de distintos grupos terroristas. Tres variables, Estratégica, Organizativa y Psicológica, influyen en la toma de decisiones de una organización terrorista. La importancia del estudio de las motivaciones, bien analizadas, de los terroristas son de ayuda para encontrar una correcta política Antiterrorista.

 

Entre las motivaciones emocionales encontramos la venganza, el odio, el resentimiento y la búsqueda de identidad grupal. IRA y ETA[1] han permitido hacer un mayor estudio empírico de sus activistas encarcelados, dado que generalmente es muy difícil acceder a esta gente.

 

La muestra de ETA permite sacar una serie de conclusiones:

 

-         La mayoría se consideraba nacionalista antes de entrar en la organización (razón ideológica). Por contra la mayoría de activistas del IRA no lo eran, según el estudio de Alonso.

-         Existe un tránsito entre el nacionalismo y el uso de la violencia como método de acción.

-         Odio, frustración y venganza son comunes en los años 60 y 70 debido al déficit democrático que sufrían España e Irlanda del Norte. Es ahí cuando un grupo de activistas decide utilizar la violencia para conseguir sus objetivos y expresar sus ideas frente a un sistema que no se lo permite.

-         Motivación racional: Se buscan referentes que les permitan creer que la violencia es útil. Principalmente la lucha de los palestinos contra Israel sirve como referente. Más adelante los grupos yihadistas utilizarían a Hizbulá como referente de eficacia en el uso de la violencia[2].

-         La Identidad Grupal (Ideología Nacionalista): La identidad del individuo se refuerza dentro del grupo y dentro de la comunidad. Aquí el factor de la ideología es importante, entrando en conexión con los conflictos de la descolonización (matan para liberar a su pueblo).

 

La comunidad académica ha fallado al asumir que le IRA tenía una base fundamental nacionalista. La ideología, en su caso, no es tan importante, dado que son capaces de aceptar menos de lo que piden (la unidad de Irlanda mediante la anexión de los condados del Ulster) en las negociaciones para el fin de la violencia.

La ideología nacionalista sólo tenía una función: Justificar la identidad grupal y comunitaria para socializar a nuevos activistas hacia el uso de la violencia. En el contexto en el que se socializa a un joven para que pase a ser un terrorista cabe destacar el factor de la edad:

 

Se trata de jóvenes en edad impresionable (adolescencia y postadolescencia)

 

En febrero de 1972, la primera página del semanario del IRA publicaba las fotos de unos activistas muertos adornada con la frase: “Murieron para que nosotros seamos libres”. Uno de ellos no tenía más de catorce años. Este semanario muestra la ideología como motivación fundamental, pero no es más que un argumento propagandístico para consumo interno.

 

También existen factores emocionales (no racionales) como el objetivo utópico (una Irlanda libre y reunificada) y factores racionales, como la eficacia de la violencia (“Es el único lenguaje que entienden los británicos” o “Nunca se han ido de un país que ocupaban sin luchar”).

 

En el IRA se ha dado una conexión intergeneracional que explica este uso de la ideología nacionalista como medio exclusivo para crear una identidad grupal: En 1962 la organización terrorista deja la lucha reconociendo que el pueblo irlandés no les apoya (falla el factor de legitimidad). Se trata e una primera generación que sí está inspirada en el nacionalismo irlandés y en el objetivo de la anexión del Ulster a la República de Irlanda.

 

Sin embargo su actividad violenta resurge por los una movilización social ajena a la banda, debida al déficit democrático que sufre la región, y a los disturbios que conlleva dicha movilización. El IRA crea más violencia enviando a jóvenes a esos disturbios: Una nueva generación de activistas que no es nacionalista, sino que se ha socializado en un entorno en el que los movimientos nacionalistas no tenían mucho peso, pero en el que la falta de libertades y de expectativas de futuro les empujaban a la acción (a raíz de las declaraciones de miembros de dicha generación tanto a Alonso como a la policía de Irlanda del Norte).    

 

En la equiparación del ámbito político irlandés con el vasco, encontramos, en Irlanda, un partido moderado, el SDLP (Social-demócrata y Laborista liderado por John Hume) con una ideología que no es nacionalista, ni étnica ni excluyente, y un slogan: “Ciudadanos británicos, derechos británicos”; y un partido nacionalista, el Sinn Feinn, que sí propone la reunificación irlandesa. Frente a este ejemplo irlandés, tenemos en el País Vasco a un partido nacionalista (PNV) con una escisión (EA), ambos conservadores, y a un partido nacionalista de extrema izquierda (Batasuna[3]) surgido de una escisión del PNV (ETA).

 

Jóvenes activistas son atraídos por los adultos (libros como “Por la Libertad de Irlanda” para su adoctrinamiento), que les muestran una imagen romántica de la lucha. Pero pese al peso de la ideología que inculcan los adultos, para los jóvenes ese factor no es tan importante como otras motivaciones, generalmente personales (tradición, romanticismo, satisfacción de intereses personales). Esta mezcla acaba por generar una actitud fanatizada expresada en la cultura del odio y la deshumanización de las víctimas.

 

- Factores Psicológicos: Existen estudios sobre el condicionamiento de la conducta para inducir a individuos aparentemente normales a llevar a cabo actos crueles.

 Stanley Milgram recluta voluntarios para que ayuden a un profesor (un actor) a interrogar a supuestos alumnos (también actores) e inflingirles castigos (descargas eléctricas ficticias). Conforme avanza el experimento, el supuesto profesor ordena descargas más potentes, lo que hace que la mayoría de los sujetos del experimento duden en aplicarlas, al ver el sufrimiento de los actores que interpretan a alumnos. Sin embargo un considerable porcentaje de ellos llega a aplicar descargas que, de haber sido reales, habrían resultado letales.   

Los voluntarios justificaron sus actos mediante la obediencia debida a una figura de autoridad. Un ejemplo cercano es el de los actos de desobediencia de miembros de ETA, como Txapote, ante la Audiencia Nacional. Ante el juez y los familiares de sus víctimas, el activista muestra una actitud desafiante que se puede interpretar como la venta de una imagen de liderazgo, y de ejemplo a seguir para otros miembros de ETA. 

  

-         Distanciamiento Moral: Albert Bandura lleva a cabo experimentos para deshumanizar que son aplicables a la psicología del terrorista. Parte del proceso incide en el uso de un determinado lenguaje e imágenes que despojen al objetivo de su humanidad de cara al terrorista, como los nazis, que identificaban como perros a los judíos, o los nacionalistas radicales vascos que utilizan la misma palabra para referirse a las fuerzas de seguridad del estado español (Txakurra).

 

Cándido Azpiazu (miembro de ETA y asesino del empresario Ramón Baglietto) ahora supuestamente reinsertado[4], reconoció a posteriori que no tenía nada en contra de su víctima. En su decisión, se advierte, influyeron la deshumanización de la víctima, el distanciamiento moral y el peso del grupo en la toma de la decisión de asesinarle.

 

Ash[5] lleva a cabo un experimento por el que demuestra que el individuo, por inseguridad, acepta la opinión del grupo fanatizado, y que éste explota las dudas del individuo reforzando con la ideología su mensaje.

 

Janis Irving estudia el pensamiento grupal (Group Thinking). Su conclusión es que en grupos cerrados, no expuestos a la crítica externa se llega a la toma de decisiones equivocadas, poco maduradas y poco trabajadas. Decisiones como la invasión de Bahía de Cochinos, la invasión de Irak o la gestión de crisis del 11-M por parte del gobierno español. La decisión errónea (como responsabilizar a ETA del atentado del 11-M[6]) no está expuesta a una crítica ajena al grupo, y esto lleva a la reafirmación en el error[7].

 

-         La transferencia de culpa: Una banda terrorista busca, en sus comunicados, difuminar la culpa o difuminar la responsabilidad (culpar a otro por sus propios actos). Elizabeth Nöelle Neumann, con la Teoría de la Espiral del Silencio, permite analizar las motivaciones para entrar, permanecer o salir de un grupo. Si en un colectivo hay opiniones contrarias que no se comparten (críticas con la mayoría o con la dirección), acaban siendo silenciadas. En una organización terrorista existe el pensamiento crítico, pero al tratarse como minoritario acaba desapareciendo.

 

Un caso claro es el de las huelgas de hambre de miembros del IRA que pedían en los años 80 ser reconocidos como presos políticos.

 

-         Empiezan por vestirse sólo con una manta

-         De ahí pasan a la protesta sucia (manchan las paredes de sus celdas con sus propios excrementos)

-         Finalmente se ponen en huelga de hambre. Los jefes del grupo de presos del IRA en la prisión sólo aceptaría la muerte de cuatro presos, pero mecanismos grupales de presión (la dirección del IRA) les incitan a continuar la huelga de hambre. Los líderes encerrados no logran rectificar la decisión errónea y la mantienen: Los que están moribundos no se atreven a romper su huelga debido al peso del grupo, pese a que los objetivos no se satisfacen.

 

Si no se logran los objetivos, los elementos motivacionales los aporta el grupo, la identidad, los elementos emocionales aderezados con ideología y cultura del martirio.

Pat McGuire uno de los huelguistas, expresa a la dirección sus dudas sobre al utilidad de la huelga (y es cierto que la posición del gobierno Tatcher era más cómoda que la suya).

  

 

 

Finalmente, cuando el número de muertos supera al doble de los esperados por la dirección y la organización, los huelguistas que sobreviven aceptan interrumpir la protesta a cambio de mejores condiciones en u encierro, sin lograr el objetivo de ser reconocidos como presos políticos. Finalmente la jugada le sale mínimamente bien al IRA: La opinión pública norirlandesa reconoce el acto y el primero de los presos en huelga de hambre que murió resultó elegido en las elecciones al Parlamento Británico. Por su parte, el gobierno de Tatcher logró que no se reconociese a los presos del IRA como presos políticos, y los únicos que acabaron mal parados fueron los propios presos en huelga de hambre, cuya situación se prolongó debido a una espiral del silencio creada por la dirección de la banda.  


[1] Sobre el IRA ha publicado sus trabajos el propio Rogelio Alonso, y sobre ETA Fernando Reinares (libro “Los patriotas de la muerte”, Ed. Taurus, Madrid 2001 )

[2] Las campañas suicidas de Hizbulá obligan al ejército israelí a retirarse de determinados territorios en los años 80, lo que se percibe como un éxito y refuerza este planteamiento.

[3] También, Herri Batasuna, Euskal Herritarrok, Sozialista Abertzaleak...)

[4] Frase textual de Rogelio Alonso

[5] Creo que se refiere a Timothy Garton Ash

 

[6] En este punto se dio un diálogo muy divertido entre Rogelio Alonso y un compañero de curso venezolano. Éste le dijo que en Venezuela, el día 15 ya sabían que había sido Al Qaeda, a lo que Alonso, entre risas, le respondió que no lo dijese muy alto o aparecería en la primera página del diario El Mundo. Luego le aclaró que se trataba de la búsqueda de un referente cercano en un país, Venezuela, que no vive un conflicto con una organización terrorista.

[7] Otra frase textual de Alonso. Añadió que no había pruebas de que la toma e la decisión de culpar a ETA del 11-M fuese la proximidad de las elecciones. No es la única explicación, más bien fuese una confluencia de factores, y no ocultación de datos a la opinión pública: Concluyeron cuatro escenarios, un número elevado de víctimas, una coordinación difícil entre los servicios de emergencias y el shock provocado por la situación.

La llamada a los directores de los periódicos y los telegramas a los embajadores para insistir en la autoría etarra del 11-M ha sido utilizado por dichos directores como un sistema de transferencia de culpa, al no aceptar que no pidieron a Aznar que probase su afirmación –no comprobaron la fuente-).

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