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Análisis e Interpretación

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La Batalla del Ebro (Jorge María Reverte)

La Batalla del Ebro (Jorge María Reverte)

He podido leer el maravilloso libro de Jorge María Reverte sobre la batalla del Ebro. Un libro que me ha emocionado y cuya lectura recomiendo a quienes buscan un análisis imparcial y riguroso de los hechos acontecidos en una de las batallas más largas de la Historia de España. 


Dato a destacar es la inclusión de los partes del frente de ambos bandos, en los que frases como “Sin novedades destacables” o “Corrección del frente” llaman la atención del lector sobre lo que querían callar quienes redactaban dichos informes. Las duras condiciones de batalla, en particular en el bando republicano, aunque no en exclusiva; y la especial relación con las tropas marroquíes (no perdonaban a nadie y nadie les perdonaba pese a su “Paisa, yo no he matado a nadie”) son cosas a destacar, en mi humilde opinión, dentro de un relato rico y variado que aborda los preparativos, los tres meses y pico de batalla y las consecuencias.


A lo largo del libro encontramos hechos que pueden rozar la comedia, como la historia de los voluntarios irlandeses, alistados con el bando nacional, cuya única condición era no combatir contra vascos, por ser estos muy católicos. Miramientos que no tuvieron durante la Batalla de Madrid, indica el autor, cuando confundieron una unidad italiana con soldados republicanos.


Los hechos de la retaguardia completan el relato, la inestabilidad en Cataluña, las incursiones aéreas, la aportación alemana al bando de Franco, y la cabezonería del general gallego, con la opinión en contra de gran parte de su estado mayor, para prolongar la batalla, pues tenía allí inmovilizado a gran parte de las fuerzas de la República. Un “choque de carneros” –como lo denomina Reverte- que desgastó a ambos bandos, pero que no logró prolongar la guerra lo suficiente como para provocar una intervención internacional a gran escala, como habría sucedido de estallar la Segunda Guerra Mundial.


Se trata, pues, de un relato lleno de emotividad, y de gran valor para quienes no hemos vivido esa época.

 

Historia Virtual

Historia Virtual

El Mes pasado me dio por comprar la revista Clio, llamado por el librito que regalaban: Historia Virtual: ¿Qué hubiera pasado si...? Un libro, cuando menos entretenido que explora, desde el punto de vista de siete historiadores los posibles Contrafactuales (hechos que podrían haber ocurrido en momentos clave de la historia, y sus previsibles consecuencias).

El libro comienza con la exposicion de Santos Juliá, sobre cómo habría sido españa en tres casos: Si la Monarquía de Alfonso XIII se hubiese asentado como Monarquía Parlamentaria, sin la Dictadura de Primo de Rivera. Si la II República no hubiese sufrido la rebelión de 1936 (II República sin Guerra Civil). Su conclusión es que la etapa de prosperidad y despegue económico que vivió el Franquismo en los años 60, corresponde al periodo de desarrollo que tuvieron el resto de países occidentales en los años 50, y que habría sido la evolución natural de la Monarquía Parlamentaria o de la República Consolidada tras la Segunda Guerra Mundial. En otras palabras: Que de haber intervenido la comunidad internacional, ni Franco habría ganado ni el Comintern se habría apoderado de la República, y que la dictadura franquista no fue otra cosa que un paso atrás en la evolución de nuestro país y de su integración en la comunidad internacional que surgiese en 1945.

Andrew Roberts y Niall Ferguson (coordinador y director del equipo) plantean el escenario de una invasión alemana de Inglaterra en 1940, antes de la llegada de la ayuda estadounidense, y con la mayor parte del ejército regular británico aislado o capturado en Dunkerke. Aunque se trata de un contrafactual interesante, le veo algunos fallos: Acierta al decir que es equivocado comparar una hipotética ocupación británica con la de las Islas del Canal (territorio británico ocupado por los alemanes), dado que la proporción entre ocupantes y la población civil fue, en este caso, altísima: Un tercio de la población había sido evacuada, y quedaron unos 60000 habitantes custodiados por 37000 ocupantes. Siguiendo esa proporción Hitler habría necesitado treinta millones de soldados para ocupar las Islas Británicas, o entrar a sangre y fuego creando un terrible efecto disuasorio con una demostración de fuerza que no podría llevar otro nombre que el de Holocausto Británico (algo muy parecido a lo que más adelante se narrará de lo planeado para la URSS).

 El contrafactual de la ocupación está planteado desde el desembarco de 13 divisiones alemanas (precedidas del lanzamiento de 5000 paracaidistas sobre los aeródromos del sur de Inglaterra) en una primera oleada, que cogería descolocada a la reserva británica, y a un cuerpo de voluntarios (civiles pobremente armados) a medio formar. Coincido en que las casi 2000 toneladas de gas mostaza sobrantes de la Primera Guerra Mundial apenas habrían supuesto una ventaja, dados los medios de protección de ambos bandos contra armas químicas, y sobretodo porque una represalia alemana habría apuntado hacia núcleos de población civil. Sin embargo había un enorme escollo por el que la OKW no podía pasar: La superioridad aeronaval de la RAF y la Homefleet, que debían estar doce horas ocupadas, mientras se producía el desembarco. Por otro lado, la ayuda aliada pordría haber llegado para evitar una conquista total del territorio británico, y posiblemente los EEUU no habrían permanecido impasibles ante el avance nazi: Una cosa es el afán de no intervención y aislacionismo y otra tener que empezar a defender la propia costa.

Otros contrafactuales que repasan son: La No Pacificación (si Francia e Inglaterra hubiesen intervenido contra Alemania desde el Anchluss o para evitar la anexión de Checoslovaquia), la Coexistencia Pacífica entre Inglaterra y Alemania (Paz en el Oeste para lanzar a Hitler contra Stalin, y sobretodo la postura del Rey Eduardo VIII de no haber abdicado) o sencillamente la colaboración (tras la invasión) a modo de Gobierno de Vichy. Todas las cuales habrían supuesto un esfuerzo diplomático y sobretodo apartar de la primera línea parlamentaria a personajes como Churchill, que había preparado, para animar a la resistencia en caso de ocupación alemana,un slogan de los que le gustan al Dr. Pizarroso: Siempre puedes llevarte a uno por delante.

Michael Burleigh analiza las posibles consecuencias de una victoria del Eje en el Frente Oriental, un exterminio para empezar (y sólo con funciones disuasorias) de 30000000 eslavos, para luego una vez acabadas las hostilidades. Plantea tres posibles contrafactuales:

- Alfred Rosenberg (que sería nombrado Ministro del Reich para los territorios ocupados) planeaba dividir la Unión soviética en estados Títeres (Repúblicas Bálticas, Bielorrusia, Ucrania, varias repúblicas en el Cáucaso...) y un gran protectorado como se hizo con Polonia (bautizable como Moscovia), configurando así el territorio arrebatado a los soviéticos, que llegaría hasta los Urales.

- Adolf Hitler  su idea queda reflejada en su frase El espacio ruso es nuestra India. Colonización a gran escala, los colonos alemanes disfrutarían de enormes propiedades de hecho llegó a decir nuestro mozo de cuadra más ínfimo debe ser superior a cualquier nativo. Excelente la propaganda de la Wehrmacht, de ser este el camino a tomar, dado que cuando se retiraban perseguidos por el ejército rojo, los habitantes de Ucrania aun creían que los alemanes vinieron a liberarles del comunismo y a darles la independencia, cuando en realidad pensaban esclavizarles, negarles la educación,y la sanidad y, eso sí, proveerles de todo el alcohol y tabaco que necesitasen.

- Henric Himmler Rizando el rizo, Himmler creía que Europa del Este era propiedad de las SS, que estaban llamadas a colonizar (exclusivamente ellos) las tierras del Lebensraum. Himmler planteaba una futura Europa Oriental como un modelo social parecido al espartano.

El capítulo finaliza repesando las posibles campañas posteriores de los alemanes, posiblemente África Central y austral, Sudamérica, Oriente Medio y Golfo Pérsico y algunas colonias europeas en el Índico y el Pacífico.

Jonathan Haslam plantea un escenario alternativo a la Guerra Fría en base a tres contrafactuales:

- Que EEUU no hubiese poseído la Bomba Atómica

- Que los servicios secretos soviétivcos no hubiesen penetrado en las altas esferas del Estado en Reino Unido y EEUU

- Que Stalin hubiese respetado las esferas de influencia zonas de seguridad) habituales en las democracias.

Diane Kuntz plantea un controvertido contrafactual: Que Kennedy no hubiese sido asesinado. Es curioso su planteamiento, pues pinta a uno de los mayores mitos de la política estadounidense y de la Historia de la Propaganda como un mentiroso adicto al poder. Al parecer fue Johnson, a quien se acusa en la película JFK de estar detrás de ese golpe de estado perpetrado en Dallas, quien elaboró la obra por la que se recuerda al idolatrado Presidente Kennedy. JFK en ningún momento habría hecho nada por la minoría afroamericana, ni mucho menos por la Guerra de Vietnam. Probablemente la cosa no habría pasado de cierot continuísmo con la política de Eisenhower. No habría detenido en absoluto la guerra. Es más, pese a que en lo que respecta a la política social Johnson y Kennedy eran muy distintos, en los asuntos exteriores no se habrían diferenciado demasiado (Bahía de Cochinos, la Crisis de los Misiles... probablemente la invasion de Camboya no habría dejado de producirse con JFK) y jamás se habría arriesgado a retirar las tropas del Sudeste Asiático.

El último capítulo lo firma  Mark Almond, y trata de cómo habría sido la Historia si las políticas aperturista de Gorbachov no se hubiesen dado, o bien si no hubiesen conducido al desmoronamiento del Bloque Soviético. Almond olvida que las reformas emprendidas por Miljail Gorvachov estaban pendientes desde tiempos de Krushev, y es más: Contradice a los principales analistas occidentales respecto a la sorpresa que causó el desmoronamiento del segundo mundo. Tiene una frase gloriosa (ver mi otro blog): Un sistema comunista sólo funciona cuando se mantiene a la población empobrecida. Según este autor, una de las razones de la caída de la URSS fue el aumento del nivel de vida, tanto de sus ciudadanos nacionales, como de los de los estados satélite. Es más, llega a afirmar que nu estado neoestalinista habría sdo económicamente viable, debido principalmente que ante una regresión política, social y económica del bloque, la actitud de occidente habría sido otra.

Respecto a lo de la sorpresa, no sólo dice que más de un sector de la intelligentsia occidental veía venir el desplome, sino que éste era algo no deseado. Al igual que en Tiananmen o en Bakú, occidente habría mirado oficialmente hacia otro lado frente a una política de mano dura frente a situaciones como la vivida en Leipzig en Octubre de 1989. Para colmo de males, fue (dice el autor) la caída de los precios del petróleo otro de los factores que provocaron el desmoronamiento soviético, una política contraria a sus intereses nacionales, y que podrían haber podido evitar, por ejemplo, apoyando a Saddam Hussein en la invasión de Kuwait. Respecto a su política de cañones o mantequilla, las fugas de capital de la era Yelstin indicarían la abundancia de materias primas en territorio soviético, lo que les habría permitido sobrevivir a Reagan y a Bush, unos presidentes estadounidenses que habrían tenido que enfrentarse al déficit creado por su propia política de armamentos. El autor parece ver una época postreagan de recortes en los presupuestos de defensa, que junto con la necesaria presencia en el Teatro Europeo, habría puesto muy difícil la intervención en el Golfo Pérsico de 1991.  Finalmente, los citados sectores de la élite occidental, no sólo no se sorprendieron de la caída del bloque comunista, sino que se habrían alegrado de su continuidad, no sólo por la oportunidad de mantener sus niveles de vida y espectativas de negocio (Occidente habría entrado en una etapa de recesión que habría dado más ventaja a la Unión Soviética), sino por el problema de la asimilación e integración en Europa y en la Alianza Atlántica de los países de Europa Central y Oriental, la Reunificación Alemana y la desestabilización de Albania y de la Antigua Yogoslavia.

 

El libro culmina rizando el rizo con un divertido relato de Niall Ferguson, algo perfectamente titulable La Madre de todos los Contrafactuales: Una historia Virtual desde 1646 a 1996, en la que lo más curioso es que nada cambia: Stalin y Lenin serían líderes teocráticos, Hitler habría acabado perdiendo la guerra en 1952, España habría progresado como potencia neutral europea, y los EEUU nunca se habrían independizado del Reino Unido, que de hecho trasladó allí su capital debido a la ocupación alemana durante la segunda guerra mundial. Concluyendo, los contrafactuales me parecen un excelente ejercicio de imaginación, y una excelente fuente para  relatos de ficción, pero no creo (por mucho análisis político y socio-económico que pueda hacerse) que podamos saber nunca qué habría pasado. Por ello no deja de ser un libro entretenido y recomendable, tan sólo añadir un extracto de mi conversación sobre él con mi quiosquero de confianza: Él dijo que se trataba de un libro de ficción histórica,  a lo que le respondí tan pancho que lo mismo que los que él vende, de Pío Moa y César Vidal...

Ahí queda ese guiño.

La Máquina de Matar

La Máquina de Matar Me estoy sorprendiendo demasiado al leer la prensa últimamente. Más de una vez, leyendo tanto EL MUNDO como EL PAIS, encuentro artículos con un contenido tan anacrónico para la línea editorial del medio en cuestión, que me da la impresión de que el cachondo de mi quiosquero me mezcla las páginas de ambos periódicos para echarse unas risas. El último artículo que me ha dejado patidifuso es Che Guevara, la máquina de matar, que se publicó en el suplemento dominical de EL PAIS el pasado 31 de Julio, firmado por Álvaro Vargas Llosa, y se publicó en inglés en la revista "The Republic".

El contenido de este texto busca desmitificar a quien hoy en día es el icono por excelencia de los jóvenes de izquierdas (tampoco despreciaría el pañuelo palestino), a quien se acusa de ser un sanguinario asesino durante la lucha guerrillera en América Latina, y un feroz represor como parte del aparato policial cubano, al frente de la prisión de La Cabaña, periodo en el que se le imputan entre 179 y 2000 ejecuciones. Cierto, reconozco que no se trata precisamente de un icono pacifista: Recuerdo que siendo jóven acompañé a un compañero de facultad a casa de un tercer amigo, cuyo padre, uno de los fundadores del FREPIC AWAÑAC, y otras entidades de izquierdas en Gran Canaria, montó en cólera al ver que uno de los que acompañaba a su hijo (no era yo) combinaba una camiseta con el rostro del CHE con un símbolo pacifista. Menuda bronca se llevó el chico, entre gritos y reproches le mandó a hacer la mili y a aprender a disparar misiles si quiería liberar a su país (en referencia a las Islas Canarias).

Ser de Izquierdas no significa obligatoriamente ser pacifista (como demuestra la vida de Guevara), al igual que ser nacionalista no significa necesariamente ser ultraconservador (últimamente se abusa demasiado de la relación entre nacionalismo y derecha), pero en momentos duros como los que vivimos desde Marzo de 2004, cualquier ataque a un icono ideológico suele llevar algo detrás, sobretodo cuando se trata de atacar iconos de la izquierda; porque se supone, y yo no lo creo, que el actual gobienro español es un gobierno de izquierdas, y por eso desde los conservadores liberales a los que harían parecer a Atila un hippie, España se dirige a una nueva Guerra Civil por culpa del PSOE. Cuando retiraron la estatua de Franco otros profanaron la de Largo Caballero, cuando unos hablan de las atrocidades de los nacionales en la Guerra Civil y la Postguerra, otros contraatacaron con que la guerra empezó con la revuelta de 1934, y reviven los fusilamientos de Paracuellos del Jarama, de los que al parecer Santiago Carrillo no recuerda nada y añade (en una entrevista recientemente publicada en EL MUNDO) que es cosa de sus enemigos políticos.

Hablando con amigos simpatizantes del PP, me quedo de piedra (y siento algo de repugnancia) cuando dicen a gritos que el 11-M fue un golpe de estado (Los hay que no comprenden que su partido favorito también puede sufrir un voto de castigo que le desaloje del poder, que el PP cometió errores durante su administración, y que Aznar está lejos de ser "El mejor presidente de la España democrática"), que lo de Franco fue una "dictablanda" (hombre... al menos no se les ocurrió lanzar desde un avión y sin paracaídas a los comunistas) y, mi preferida, que en 8 años de gobierno de Aznar NO HUBO UN SÓLO HERIDO EN UNA MANIFESTACIÓN (y esto va en memoria de todos los manifestantes de SINTEL, los que nos opusimos a la priivatización de la Universidad y por supuesto a quienes nos opusimos a la Guerra de Iraq) ... A veces creo que los sectores más conservadores han perdido la cabeza tras el berrinche de perder unas elecciones que decían tener ganadas, otras sencillamente creo que su problema es la desconexión con la realidad (y que conste que no suelo escuchar la SER, y que además del PAIS leo otros diarios).

Cuando leo que el CHE Guevara fue una máquina de matar, trato de pensar que se trata de una aclaración histórica, de una desmitificación para aclararnos a los no tan jóvenes que nadie es perfecto, y menos durante un conflicto armado. Quizá incluso quiera el autor recordarnos que no es verdad todo lo que leemos o vemos en televisión, que la propaganda es un instrumento en contínuo proceso de adaptación y refinamiento de sus técnicas; pero también recuerdo a quienes dicen que en este país (y en el resto del mundo) quien mata es sólo la izquierda, ETA en España es de izquierdas, el IRA sería de izquierdas (¿?) ... ¡coño! ahora hasta Ben Laden será un izquierdista de toda la vida... oigo en ello la perorata diaria de Jiménez Losantos, y si finalmente me lo llego a creer resultará que el CHE era un demonio sediento de sangre humana, y que sus enemigos eran inocentes niños virginales y pacíficos. El CHE sería un Hitler reencarnado... y Hitler sería también de izquierdas de toda la vida.

Lo mejor que podríamos hacer por nosotros mismos es tranquilizarnos y mirar la actualidad con algo más de perspectiva, reconozco que el CHE no era precisamente un santo, sino un luchador, y que como todo luchador tenía algo de demonio; porque nunca nadie ha logrado nada por las buenas. A los dieciocho años me hice tatuar un rostro del CHE en la espalda, probablemente ignoraba entonces que este hombre había sido director de un centro para presos políticos, y que ejecutó a cien, doscientos, o dosmil personas (y si lo hizo los jóvenes ilusionados con otro mundo posible no tienen la culpa de ello); pero lo que no he olvidado casi diez años después es lo que también representa el CHE: Las ganas de cambiar el mundo, de solucionar los problemas, el sacrificio de una vida de bienestar para entregarse a luchar por unos ideales. Sin ser un santo, el CHE no era ningún Hitler... y yo no pienso pedir perdón.

(N.B: Lo de la foto es una broma (está sacada de camisetasguapas.com), quizá mis amigos "peperos" no le encuentren maldita gracia, pero espero que traten de comprenderme como yo trato de comprenderlos a ellos y que sigamos siendo amigos)

Bibliografía de mis investigaciones sobre el Golfo Pérsico

Os dejo una lista de libros muy interesante para profundizar en este tema. Es en estos libros en los que me he basado para realizar los trabajos que ahora publico en ste blog.

- American University, A psychological operations bibliography, (Washintong, American University, Washintong D.C. Special Operations Research Office, 1960)

- CALDUCH CERVERA, R. Relaciones Internacionales (Madrid. Ediciones de Ciencias Sociales, 1991)

- CALDUCH CERVERA; R. Dinámica de la Sociedad Internacional (Madrid, Ed. Centro de Estudios Ramón Areces S.A. 1992)

- CLAWSEWITZ, Karl Von De la guerra (Buenos Aires, Ediciones Solar, 1983

- CHOMSKY, NOAM El Nuevo Orden Mundial (Barcelona, Ed. Icaria, 1992)

- CHOMSKY, NOAM. El Control del Pensamiento en las Sociedades Democráticas (Barcelona, Ed. Icaria, 1995)

- LASSWELL, Harold D.; LERNER, Daniel y SPEIER, Hans (eds.) Propaganda and Communication in World History, vol.I y II. (Honolulu, University Press of Hawaii. 1979-1980).

- MARÍN CALAHORRO, F. Comunicación social y situaciones de crisis internacionales, Tesis Doctoral Inédita, Facultad de Ciencias de la Información-UCM, Madrid 1994.

- MINDEF. Revisión Estratégica de la Defensa, II y III Seminario (Madrid, SEGENPOL; Octubre 2001-Enero 2002)

- MINDEF. Cuadernos de Estrategia: El Consejo de Segurdad ante las crisis de Europa Central y Oriental (Madrid, CESEDEN, 1991)

- MINDEF. Cuadernos de Estrategia: La configuración de Europa en el umbral del siglo XXI (Madrid, CESEDEN, 1991)

- ORIVE RIVA, P. De la Guerra del Golfo a los Balcanes (Madrid, Editorial Compolutense, 1994)

- PIZARROSO QUINTERO, A. Guerra Psicológica y propaganda, en Revista Española de Defensa, A.3, n.23, enero 1990 (pp.62-65).

- PIZARROSO QUINTERO, A. Historia de la Propaganda (Madrid. EUDEMA, edición ampliada, 1993)

- PIZARROSO QUINTERO, A. La guerra de las mentiras(Madrid, EUDEMA. 1991)

- SUN TZU El Arte de la Guerra, versión, estudio y notas Grupo Denma. (Madrid, Ed. Edaf y Morales S.A., 2001)

- VVAA, El festín de la palabra (Madrid, Editorial Complutense, 1993)

- VVAA, Las tramas ocultas de la Guerra del Golfo (Barcelona, Ediciones B Grupo Zeta, 1990)

El Mariscal Rommel (Lutz Koch)

El Mariscal Rommel (Lutz Koch) Acabo de terminar de leer la biografía del Mariscal Edwin Rommel, de Lutz Koch, un libro que me ha cautivado durante todo el mes de Julio (eso explica mi falta de actividad).

Sobre el autor cabe decir que es un personaje que, pese a su humildad, resulta tan interesante como el protagonista. Se trata de un periodista, un corresponsal y amigo personal del Mariscal que, a parte de ensalzar la imagen de Rommel, defiende en todo momento su memoria ante el destino injusto que sufriese uno de los personajes más destacados de la Segunda Guerra Mundial.

El libro no es tanto una biografía (existen otras en las que abundan los detalles sobre su infancia y juventud… “el osito blanco” le llamaban de niño debido a la palidez de su piel, lo cual explica que incluso durante su destino en el Norte de África se le retratara a menudo con su abrigo de cuero y su gorra de plato), sino más bien la narración de su evolución moral, de su madurez como personaje público (convertido en tal por la propaganda nazi), es decir cómo pasó de ser el héroe del III Reich, el más joven Mariscal, victorioso líder del Afrika Korps, victorioso Teniente de los Gebirgsjäger (tropas de montaña) en la Primera Guerra Mundial y el terror de los Aliados, que le apodaban “El Brujo”, a convencerse de que la guerra no podía acabar bien para su país mientras Hitler siguiese en el poder.

El texto de Koch no se detiene sólo en Rommel, sino que investiga en parte de los conjurados del 20 de Julio (el atentado al que sobrevivió Hitler), en los que, al parecer, podrían haber estado implicados los principales Generales alemanes (Von Manstein y Von Kluge, que se echarían atrás en el último momento pese a que este último expresó su deseo de acabar con el dictador alemán desde 1942). También aborda las discusiones de Rommel con otro de los genios militares alemanes de la época: Guderian, autor de Atchung Panzer, y considerado el padre de la Guerra Relámpago, acerca de la Doctrina estratégica que debió seguir Alemania desde 1942. Mientras que éste insistía en una doctrina ofensiva y en hacer hincapié en la construcción y desarrollo de carros de combate, Rommel se decantaba por una actitud defensiva, y en el desarrollo de medios para tal fin, como artillería y armamento anticarro para infantería. Cabe decir que aunque fuese un especialista en blindados, al contrario que Guderian su fuerte era la infantería; de hecho escribió un libro titulado “La infantería ataca”.

La parte más dura del libro es evidentemente la de las represalias del gobierno nacionalsocialista contra los conjurados, que tuvo por consecuencia el infame envenenamiento del Mariscal, que no tuvo nada que ver con el apresurado atentado. Debido a que estaba convaleciente de las heridas sufridas en un ataque aéreo aliado. De haber seguido al mando del Grupo de Ejércitos B, probablemente habría replegado las tropas hacia Alemania para expulsar del poder a los nazis, pero esto no deja de ser una opinión de Koch.

El autor se ceba merecidamente con los llamados Generales del Partido, Jodel, Keitel –que destacaban por su servilismo a Hitler y por ser un par de negados para las labores estratégicas- (e incluso se atreve a incluir a Kluge y Guderian); militares que, sobornados por Hitler con una curiosa costumbre (regalar grandes sumas de dinero o bienes inmuebles en el caso de Guderian) que denomina “la maldición del oro”: Hitler compraba literalmente la lealtad de los generales que temía o que quería controlar (aunque otros como Rommel no cobraron jamás otra cosa que el sueldo reglamentario y otros como List rechazaron una y otra vez estos regalos, e incluso llegaron a pedir su destitución al estar en desacuerdo con las órdenes del dictador).

El libro nos regala escenas maravillosas, dignas de una película cómica, como cuando Rommel va a Roma en 1942 a pedir más suministros a Mussolini. Resulta una secuencia desternillante ver al pobre Rommel pedir más seguridad a los convoyes, aviación de apoyo, tropas de refuerzo y pertrechos, cuando el dictador fascista hacía pasar al ministro de turno para comunicarle la petición, y que éste hiciese una reverencia y exclamase “va bene, va bene”, para acto seguido dar media vuelta y marcharse. Rommel salió convencido de la reunión de que no llegaría ni una sola división ni una sola pieza de repuesto a Trípoli tras tantas promesas.

Otras escenas son los ataques de ira del Mariscal en cuanto le mencionaban a la Luftwaffe, en especial si le mencionaban a Goering o a Kesselring, o su opinión sobre Von Ribbentrop (Ministro de Exteriores del III Reich) al que consideraba “el mayor imbécil que jamás hubiese dirigido la política exterior alemana. Personalmente me ha afectado la imagen que ofrece Koch de Canaris, el director de la Abwer (el servicio secreto nazi). Le tenía por un eficiente jefe del espionaje que, de hecho desbarató el intento de golpe contra Hitler, y precipitó los acontecimientos para que el atentado se adelantase y capturar a toda la organización con las manos en la masa. Claro, que si fallaba y Hitler moría no perdía nada… Sin embargo, le hecho de que no tuviese contacto alguno con la conjura del 20 de Julio, y su cooperación con Goebbels en la desarticulación de a conjura ha empeorado su imagen ante mis ojos.

Finalmente, recordar escenas imborrables, como las entrevistas de Koch con Hitler, de la mano de Goebbels y Dietrich (el director de prensa de Hitler), en las que relata qué hacían Hitler y su camarilla: Cena, conversación, comentarios sobre la prensa británica (no tiene desperdicio leer los insultos que dedicaba a Churchill), y luego se tomaban un licor mientras veían filmaciones de la artillería alemana en el Frente del Este (digo yo que eso le entretendría), tertulia, café y cigarro, o costumbres de los generales del Frente Oriental en la última etapa de la Guerra: Zukov tenía por costumbre comunicarse con su enemigo: Modell le enviaba telegramas sugiriendo lugares por donde atacarle, a los que éste respondía que preferiría sorprenderle (conozco otra anécdota parecida, durante la Batalla de Berlín, Zukov mandó a un oficial de comunicaciones telefonear al Ministerio de Propaganda y preguntar a Goebbels cuánto pensaban resistir, y por dónde abandonaría la ciudad… lo divertido es que el Ministro nazi de Propaganda le cogió el teléfono y respondió enfadadísimo que resistirían y que Alemania vencería en Berlín…).

En resumidas cuentas, un libro excelente sobre un personaje fundamental de la Historia Militar del siglo XX. Experto en ardides, y con una excelente visión táctica y estratégica, Rommel demostró que en la guerra dos más dos no siempre suman cuatro, y que, aunque fuese el segundo personaje más célebre para el pueblo alemán en ese momento, su evolución moral lo coloca muy por encima de cualquier nazi. La guerra era para él una disputa entre caballeros, un enfrentamiento regido por normas a respetar por parte de los contendientes. Una lección que cabe recordar en estos primeros años del siglo XXI.

Las fotos que ilustran el libro son obra de F. Moosmüller, os añado una firmada por el propio Rommel)