Contra las cuerdas
Recuerdo las clases de RRII&Defensa de Rafael Calduch cuando, hablando del fin de la Guerra Fría, nos contó la importancia de la carrera armamentística y su peso en el presupuesto de las superpotencias. La mayor fantasmada del mundo, el sistema antimisiles SDI (Iniciativa de Defensa Estratégica) motivó un renuncio en la cúpula soviética, que llevaba posponiendo las reformas económicas necesarias desde tiempos de Krushev. ¿Qué era lo que eso significaba?
- Se vendió al mundo una innovación tecnológica comparable al vaporware de Bill Gates: una constelación de satélites en órbita armados con rayos láser que interceptarían MIRV (Vehículos de Reentrada de Cabezas Múltiples) antes de su reentrada, y que mantendrían a salvo el territorio estadounidense y el de sus aliados, lo que significa que el enemigo habría invertido miles de millones rublos en armas nucleares cuyo uso no iba a ser eficaz. Los nombres con que se dio a conocer esta innovación, Guerra de las Galaxias o Paraguas nuclear de la OTAN, estaban tan ligados al mundo del cine y la ciencia ficción, que su efecto propagandístico se multiplicó de cara a las Opiniones Públicas Occidentales, lo que de por sí daba mayor credibilidad a la información respecto al entonces enemigo soviético.
- Esta innovación, que violaba el Tratado ABM (Misiles Antibalísticos) obligaría a los soviéticos a un sobreesfuerzo económico para desarrollar, bien un arma capaz de superar esta barrera ficticia de satélites cazadores-asesinos, o bien un sistema antimisiles similar. Hasta ese momento el único sistema antimisiles activo en todo el mundo era el que protegía Moscú, y era bastante obsoleto (previo al tratado ABM). El sobreesfuerzo económico podría poner en peligro la estabilidad del estado soviético.
- En realidad el SDI no pasó de ser una red de alerta temprana y el sistema de interceptación (un misil antisatélite o ASAT) nunca acabó su fase de experimentación. Desde 2001, la administración Bush-Cheney se ha esforzado en crear un nuevo Escudo Antimisiles mucho más simple: Si el SDI estaba pensado para contener una ofensiva nuclear a gran escala, el actual sistema está pensado para un ataque más limitado, como el que pudiese lanzar un rogue state, uno de esos estados traviesos del Eje del Mal (términos de sobrado éxito en la propaganda del siglo XX: El Eje nos recuerda a los sueños de expansión genocida de Hitler, Mussolinni e Hiro Hito, mientras que el Mal, nos recuerda a aquel término reaganiano del Imperio del Mal, en referencia a la Unión Soviética.
Durante estos años posteriores al desplome del Bloque Oriental, la mayor amenaza de guera nuclear estaba limitada al potencial conflicto armado entre India y Pakistán, algo no descartable, pero mitigado por la acción diplomática de los Estados Unidos y la Unión Europea, principalmente tras la intervención en Afganistán, cuando algunos esfuerzos de la red Al Qaeda iban dirigidos a crear mayor tensión entre dichos estados. Si tras los atentados del 11 de Septiembre de 2001 se echó en cara a la USIA (United States Information Agency) haber olvidado al mundo musulmán en favor del acercamiento a Europa del Este, la actual situación internacional (marcada por la inestabilidad en Iraq y Afganistán) nos está señalando un punto que, si bien ha atraído la atención de los analistas de asuntos internacionales, durante la segunda mitad del siglo XX, parecía olvidado en favor del Golfo Pérsico y Asia Central. Vivimos en un mundo en el que impera el desorden internacional, y cuando menos lo esperábamos tenemos una segunda guerra fría (al menos tan peligrosa como la indopakistaní) a orillas del Mediterráneo.
La inspiración me ha llegado al ver en Antena3 Tv una noticia (más bien un publirreportaje propagandístico) sobre las fuerzas de disuasión nuclear israelíes, en el que Enrique Cymerman nos relataba la efectividad del nuevo sistema antimisiles Hetz (flecha) lleva en realidad preparándose desde 1991, cuando el territorio Israelí fue atacado con misiles Scud por el régimen del viejo Sadam Hussein. Entonces los ingenieros Israelíes (unos fieras en esto de diseñar cosas que maten) comenzaron a estudiar el modo de mejorar la efectividad de los misiles Patriot (un SAM que ganó propagandísticamente la guerra a los Scud iraquíes). El sistema comenzó a denominarse Arrow, y de ahí al Hertz hemos llegado a la situación actual.
Con los vientos de una nueva Guerra Fría soplando desde todas direcciones, nada mejor que el nuevo presidente iraní clamando por la desaparición (nuclear si fuese menester) del estado israelí, lo que significa un chorrito de gasolina a este conato de incendio que tenemos entre manos. Ya en Noviembre de 2001, el Historiador Militar israelí Martin Van Creveld manifestó que el Tsahal no estaba en condiciones de afrontar una guerra convencional, por los mismos argumentos que usó, en un debate para la revista de la OTAN, el exOficial del Ejército de los EEUU John Hillen (frente al exGeneral Bill Nash): Las operaciones policiales (como llaman a las misiones de mantenimiento y consolidación de la paz) petrifican la burocracia militar, función que se atribuye al ejército israelí en sus acciones de prevención antiterrorista (y digo prevención porque las de represalia no tienen nada de policial). La solución israelí parece haber sido calcada de los argumentos de Hillen, tal como vino ayer en El País Semanal (¿Otro medio español hablando de la seguridad en Israel? esto suena a campaña) que hablaba de la experiencia de los reservistas israelíes en sus labores de seguridad en las fronteras y territorios ocupados (Hillen decía que para las misiones de paz debían usarse reservistas o tropas de países aliados, manteniendo al ejército estadounidense en reserva por si había que dar palos de verdad).
Según esta interpretación, Israel estaría contra las cuerdas (el terrorismo fundamentalista musulmán por un lado, la falta de cohesión interna por el otro y para rematar un país moderadamente lejano que quiere borrarles del mapa). Si no puedes responder, la solución es amedrentar: Si el jefe del ejecutivo persa dice que te va a borrar del mapa (y es dudoso que le pueda meter más miedo la posibilidad de una intervención estadounidense cuyas fuerzas armadas están al otro lado de su puerta aunque ocupadas con otra china en sus botas) pues se ensaya un cohete antimisiles (con éxito al parecer) y se finaliza el reportaje como en los tiempos de la guerra fría: Si esto fallase (¿Acaso no había tenido éxito?) hemos comprado estos submarinos alemanes con, otra ironía histórica... la Historia está llena de ironías como ésta, capaces de volar en pedazos tus ciudades para que aprendas: Es lo que llamamos segunda respuesta (porque la primera es lanzar nuestros misiles Jericó contra tu territorio. Lástima que llegados a este caso no quede mucho de Israel, de Irán, o de Palestina (que está al lado y que también se vería afectada). ¿Qué se consigue con ello? quizá que alguien suspire de alivio (y ese alguien no debe estar en su sano juicio) o, peor aun, que alce su puño al cielo al grito de ¡Bieeeeeen!
En resumidas cuentas: Tenemos al fuego otra guerra fría, y ésta más cerca de casa, así que ya podemos ir preparando una acción diplomática para ir calmando el patio, no sea que tengamos que desarrollar algo más efectivo que las pastillas de yodo. Podríamos decir algo parecido a lo de Arthur Chamberlain: Qué horrible y fantástico es que tengamos que probar nuestras máscaras antigas por algo que está sucediendo en un país lejano.
- Se vendió al mundo una innovación tecnológica comparable al vaporware de Bill Gates: una constelación de satélites en órbita armados con rayos láser que interceptarían MIRV (Vehículos de Reentrada de Cabezas Múltiples) antes de su reentrada, y que mantendrían a salvo el territorio estadounidense y el de sus aliados, lo que significa que el enemigo habría invertido miles de millones rublos en armas nucleares cuyo uso no iba a ser eficaz. Los nombres con que se dio a conocer esta innovación, Guerra de las Galaxias o Paraguas nuclear de la OTAN, estaban tan ligados al mundo del cine y la ciencia ficción, que su efecto propagandístico se multiplicó de cara a las Opiniones Públicas Occidentales, lo que de por sí daba mayor credibilidad a la información respecto al entonces enemigo soviético.
- Esta innovación, que violaba el Tratado ABM (Misiles Antibalísticos) obligaría a los soviéticos a un sobreesfuerzo económico para desarrollar, bien un arma capaz de superar esta barrera ficticia de satélites cazadores-asesinos, o bien un sistema antimisiles similar. Hasta ese momento el único sistema antimisiles activo en todo el mundo era el que protegía Moscú, y era bastante obsoleto (previo al tratado ABM). El sobreesfuerzo económico podría poner en peligro la estabilidad del estado soviético.
- En realidad el SDI no pasó de ser una red de alerta temprana y el sistema de interceptación (un misil antisatélite o ASAT) nunca acabó su fase de experimentación. Desde 2001, la administración Bush-Cheney se ha esforzado en crear un nuevo Escudo Antimisiles mucho más simple: Si el SDI estaba pensado para contener una ofensiva nuclear a gran escala, el actual sistema está pensado para un ataque más limitado, como el que pudiese lanzar un rogue state, uno de esos estados traviesos del Eje del Mal (términos de sobrado éxito en la propaganda del siglo XX: El Eje nos recuerda a los sueños de expansión genocida de Hitler, Mussolinni e Hiro Hito, mientras que el Mal, nos recuerda a aquel término reaganiano del Imperio del Mal, en referencia a la Unión Soviética.
Durante estos años posteriores al desplome del Bloque Oriental, la mayor amenaza de guera nuclear estaba limitada al potencial conflicto armado entre India y Pakistán, algo no descartable, pero mitigado por la acción diplomática de los Estados Unidos y la Unión Europea, principalmente tras la intervención en Afganistán, cuando algunos esfuerzos de la red Al Qaeda iban dirigidos a crear mayor tensión entre dichos estados. Si tras los atentados del 11 de Septiembre de 2001 se echó en cara a la USIA (United States Information Agency) haber olvidado al mundo musulmán en favor del acercamiento a Europa del Este, la actual situación internacional (marcada por la inestabilidad en Iraq y Afganistán) nos está señalando un punto que, si bien ha atraído la atención de los analistas de asuntos internacionales, durante la segunda mitad del siglo XX, parecía olvidado en favor del Golfo Pérsico y Asia Central. Vivimos en un mundo en el que impera el desorden internacional, y cuando menos lo esperábamos tenemos una segunda guerra fría (al menos tan peligrosa como la indopakistaní) a orillas del Mediterráneo.
La inspiración me ha llegado al ver en Antena3 Tv una noticia (más bien un publirreportaje propagandístico) sobre las fuerzas de disuasión nuclear israelíes, en el que Enrique Cymerman nos relataba la efectividad del nuevo sistema antimisiles Hetz (flecha) lleva en realidad preparándose desde 1991, cuando el territorio Israelí fue atacado con misiles Scud por el régimen del viejo Sadam Hussein. Entonces los ingenieros Israelíes (unos fieras en esto de diseñar cosas que maten) comenzaron a estudiar el modo de mejorar la efectividad de los misiles Patriot (un SAM que ganó propagandísticamente la guerra a los Scud iraquíes). El sistema comenzó a denominarse Arrow, y de ahí al Hertz hemos llegado a la situación actual.
Con los vientos de una nueva Guerra Fría soplando desde todas direcciones, nada mejor que el nuevo presidente iraní clamando por la desaparición (nuclear si fuese menester) del estado israelí, lo que significa un chorrito de gasolina a este conato de incendio que tenemos entre manos. Ya en Noviembre de 2001, el Historiador Militar israelí Martin Van Creveld manifestó que el Tsahal no estaba en condiciones de afrontar una guerra convencional, por los mismos argumentos que usó, en un debate para la revista de la OTAN, el exOficial del Ejército de los EEUU John Hillen (frente al exGeneral Bill Nash): Las operaciones policiales (como llaman a las misiones de mantenimiento y consolidación de la paz) petrifican la burocracia militar, función que se atribuye al ejército israelí en sus acciones de prevención antiterrorista (y digo prevención porque las de represalia no tienen nada de policial). La solución israelí parece haber sido calcada de los argumentos de Hillen, tal como vino ayer en El País Semanal (¿Otro medio español hablando de la seguridad en Israel? esto suena a campaña) que hablaba de la experiencia de los reservistas israelíes en sus labores de seguridad en las fronteras y territorios ocupados (Hillen decía que para las misiones de paz debían usarse reservistas o tropas de países aliados, manteniendo al ejército estadounidense en reserva por si había que dar palos de verdad).
Según esta interpretación, Israel estaría contra las cuerdas (el terrorismo fundamentalista musulmán por un lado, la falta de cohesión interna por el otro y para rematar un país moderadamente lejano que quiere borrarles del mapa). Si no puedes responder, la solución es amedrentar: Si el jefe del ejecutivo persa dice que te va a borrar del mapa (y es dudoso que le pueda meter más miedo la posibilidad de una intervención estadounidense cuyas fuerzas armadas están al otro lado de su puerta aunque ocupadas con otra china en sus botas) pues se ensaya un cohete antimisiles (con éxito al parecer) y se finaliza el reportaje como en los tiempos de la guerra fría: Si esto fallase (¿Acaso no había tenido éxito?) hemos comprado estos submarinos alemanes con, otra ironía histórica... la Historia está llena de ironías como ésta, capaces de volar en pedazos tus ciudades para que aprendas: Es lo que llamamos segunda respuesta (porque la primera es lanzar nuestros misiles Jericó contra tu territorio. Lástima que llegados a este caso no quede mucho de Israel, de Irán, o de Palestina (que está al lado y que también se vería afectada). ¿Qué se consigue con ello? quizá que alguien suspire de alivio (y ese alguien no debe estar en su sano juicio) o, peor aun, que alce su puño al cielo al grito de ¡Bieeeeeen!
En resumidas cuentas: Tenemos al fuego otra guerra fría, y ésta más cerca de casa, así que ya podemos ir preparando una acción diplomática para ir calmando el patio, no sea que tengamos que desarrollar algo más efectivo que las pastillas de yodo. Podríamos decir algo parecido a lo de Arthur Chamberlain: Qué horrible y fantástico es que tengamos que probar nuestras máscaras antigas por algo que está sucediendo en un país lejano.
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