Otras Batallas importantes de la Guerra de Vietnam: 10 de Enero de 1968, El Asedio de Khe Sahn
Las municiones comenzaron a estallar por todas partes. A medida que las tropas del Ejercito del EVN se acercaban al perímetro de la base, quedó claro que aquello no iba a ser ningún "Paraíso Hawaiano"
En la mañana del sábado 10 de enero de 1968 los infantes de marina acantonados en la base de combate de Khe Sanh pudieron echar un vistazo al tablón de anuncios y ver que películas iban a pasar durante la siguiente semana. Entre las novedades figuraba, programada para aquella misma tarde, "Paraíso hawaiano", protagonizada por Elvis Presley, película que iba a ser proyectada en las seis salas repartidas por la enorme base. Más abajo de la lista venían "Murderer's Row", "Beau Geste" y "Gunsmoke". Estas distracciones, enviadas especialmente desde Estados Unidos,
revelan lo aburrido y tedioso de la vida en aquel puesto aislado de la presencia norteamericana en Vietnam. Pero mientras la tropa miraba la cartelera de películas, el comandante de la base, coronel David E. Lownds, tenía cosas más importantes en que pensar.
En el cuarto de radio de la base, Lownds escuchaba atentamente la oleada de informes que enviaba el capitán Bill Dabney, el oficial al mando de una de las compañías de Marine encargadas de tomar las colinas que rodeaban el perímetro de la base. Dabney y los hombres de la Compañía India hablan tropezado con un batallón de soldados nordvietnamitas mientras patrullaban por la Cota 881 Norte y estaban en aquellos momentos envueltos en un intenso tiroteo. Para Lownds, había comenzado la tan largo tiempo esperada ofensiva contra la base de Khe Sanh.
¿Paraíso Hawaiano?
Las posiciones exteriores de la colina y la base de combate fueron puestas inmediatamente en estado de alerta máxima. Los artilleros preparaban apresuradamente sus cañones de 105 y 55 mm, las defensas de alambre de espino fueron revisadas y reforzadas, y se distribuyeron bengalas y minas Claymore adicionales por todas las defensas del perímetro. Mientras caía la noche, los Marine probaron sus armas con breves ráfagas, comprobaron sus municiones e intentaron mantenerse todo lo tranquilos que podían. "Paraíso hawaiano" fue retirada del cartel y el club de oficiales se cerró hasta nueva orden.
La megabase de la Infantería de Marina en Khe Sanh estaba situada en un pequeño altiplano, en la parte más al norte de Vietnam del Sur, a tan sólo 24 km al sur de la Zona Desmilitarizada.
Situada junto a la Carretera 9, la principal ruta desde Laos a las importantes ciudades de Quang Tri y Ru, Khe Sanh se había convertido en una obsesión para el general Westmoreland.
Antes de la guerra, esa zona tenía la reputación de ser uno de los lugares más hermosos de la tierra. Montañas con densos bosques y suaves colinas, separadas por valles verdes y brumosos, rodeaban el pequeño pueblo de Khe Sanh, situado en el borde del altiplano.
Pero en 1966 las cosas habían cambiado mucho. A instancias de Westmoreland, que estaba profundamente preocupado por las actividades de las tropas nordvietnamitas en la zona, los Marine se habían trasladado a Khe Sanh. Enormes excavadoras despejaron una amplia zona alrededor de la antigua pista de aterrizaje francesa, que fue alfombrada con placas metálicas, mientras los zapadores y agregados civiles acababan de levantar las instalaciones de una nueva base de combate.
La llegada de los Marine de la guarnición llevó también la guerra a Khe Sanh. En la primavera y el verano de 1967, los Marine se enfrentaron a las tropas nordviernamitas en numerosas escaramuzas en las colinas que rodeaban el altiplano, lo que hizo que se mejorasen las defensas de la nueva base de combate. En enero de 1968 había 6.000 Marine en Khe Sanh, y no estaban solos.
Según habían sabido los servicios de información militar, a principios de enero fuerzas nordvietnamitas habían cruzado a gran escala la frontera hacia Vietnam del Sur y tomado posiciones en la franja de terreno situado entre la Zona Desmilitarizada y la carretera 9. En la Ruta Ho Chi Minh a su paso por Laos, sensores lanzados por la fuerza aérea incrementaron su actividad electrónica al tiempo que el volumen de tráfico se intensificaba. Durante octubre de 1967 esas disposiciones informaron del de movimiento cerca de mil camiones alrededor de Khe Sanh, cifra que en diciembre fue de seis mil quinientos. No parecía haber duda acerca de los que tenían pensado los nordvietnamitas para Khe Sanh.
A mediados de enero, la artillería nordvietnamita había empezado a bombardear la base de combate. Los Marine llevaban puesto sus chalecos antibala a todas horas y sin distinciones visibles, pues todo el mundo sabía que los francotiradores de Charlie elegían a sus victimas por su graduación. Los obuses de los Marine hacían fuego H&I (Hostigamiento e Interdicción) para mantener a las tropas nordvietnamitas a raya, pero los objetivos resultaban muy difíciles de identificar. El tiempo en Khe Sanh era una maldición para los artilleros. Espesa niebla y nubes bajas cubrían las colinas, haciendo imposible a los observadores aéreos dirigir el fuego de los Marine contra la artillería enemiga. Enviar grupos de observación para corregir el tiro de los obuses a la zona, infestada de enemigos, de los alrededores de la base habría sido como enviarlos a la muerte segura en cuanto cruzaran las puertas de la base. Mucha de la información sobre los blancos se obtenía de los sensores electrónicos sembrados alrededor de Khe Sanh. Sin embargo seguía siendo una información muy precaria para establecer un fuego coordinado, y los artilleros nunca sabían si daban en el blanco o no. Frustrante.
El 20 de enero la bola comenzó a rodar. Mientras el capitán Dabney estaba en la Cota 881S, un teniente nordvietnamita irrumpió en la base principal haciendo ondear una bandera blanca.Ante los atónitos Marine que le interrogaban, detalló todo el plan de ataque del ejercito nordvietnamita.
Los primeros asaltos serían a las 00.30 de aquella misma noche, dirigidos contra las colinas y la base principal. Después de acabar con los Marine, las divisiones nordvietnamitas pensaban dirigirse al este y tomar las ciudades de Quang Tri y Ru. Sin embargo, ¿quién era aquel teniente? ¿Una estratagema, un truco sucio de los nordvietnamitas para engañar a los Marine? Afortunadamente, Lownds decidió que no tenían nada que perder creyéndole.
Como había predicho el desertor, los nordvietnamitas atacaron la Cota 861 con una andanada de cohetes pesados, fuego de morteros y de ametralladora según el plan programado, con lo que se inició la batalla por la posesión de la colina. Cinco horas más tarde, la misma base de Khe Sanh estaba bajo fuego. Varios cientos de cohetes de 122 mm, cada uno de ellos de un peso superior a los 45 kg, cayeron sobre las posiciones de la base, seguidos por un bombardeo masivo de artillería y morteros pesados. El infortunio quiso que uno de los primeros cohetes caídos en la base se abriese camino al interior de un gran refugio situado en el extremo este de la misma y detonase. La explosión que siguió fue algo que ni los Marine más experimentados habían visto nunca. El altiplano de Khe Sanh se iluminó con una gigantesca llamarada de fósforo producida por las 1 500 toneladas de munición que estallaron de golpe. Los helicópteros situados en la plataforma de aterrizaje se desparramaron como juguetes, las tiendas y construcciones se desintegraron y una terrible lluvia de metralla y proyectiles de todo tipo y descripción empezó a caer sobre toda la base. Algunos detonaban con el impacto, otros ardían. El combustible de aviación y el aceite almacenado se inflamaron con el calor y, mientras tanto, más y mas proyectiles y cohetes llovían sobre la base.
La mañana del día 21, Khe Sanh amaneció en mitad de una total destrucción. Continuaban ardiendo hogueras por toda la base y por todas partes la tierra era una masa de escombros por la explosión del polvorín. Vainas vacías, hierros retorcidos, piezas y cascotes de los edificios yacían por todos lados. Un humo negro y espeso secaba las gargantas de los Marine mientras intentaban restablecer las condiciones de la base. Sus esfuerzos se veían dificultados por las ráfagas que de vez en cuando disparaba el enemigo. Era algo a lo que iban a tener que acostumbrarse.
Durante el resto del mes de enero el Ejército nordvietnamita mantuvo su presión sobre la base y los puestos de las colinas, pero no había ninguna duda acerca de que los norteamericanos debían conservar la posición como fuese. Después de toda la retórica de Westmoreland sobre la importancia de Khe Sanh, la imagen en las pantallas de televisión en EE UU de los Marine retirándose por la Carretera 9 con el rabo entre las piernas era algo que no podía permitirse.
Heroísmo, anuncios y el Dr. KiIdare
Cada noche aparecían desgarradores reportajes en la televisión sobre la vida en las casamatas, y los editoriales en toda la prensa de la nación hablaban de la determinación de resistir. Se explicaban historias de heroísmo entre los anuncios y los episodios del Dr. Kildare. Pero en las trincheras y refugios de Khe Sanh los Marine estaban más interesados en seguir vivos. Para todo el mundo en la base, mando o soldado, las condiciones en la misma eran un infierno en la tierra. A lo único que podían recurrir para detener a las oleadas humanas que los nordvietnaminas podían lanzar era a la potencia de fuego. Día tras día, los cazas tácticos y los bombarderos B-52 martilleaban las colinas que rodeaban la base y las zonas de concentración y los emplazamientos de la artillería de largo alcance nordvietnamitas situados en Laos.
Westmoreland había bautizado el apoyo aéreo de Khe Sanh con el nombre de Operación "Niagara". En el interior del perímetro, los Marine estaban bien protegidos por sus baterías de 105 y 155 mm, y por un gran número de morteros pesados. Los 16 cañones de 175 mm de las bases de fuego del nordeste, en Camp Carroll y la Rockpile, podían prestar apoyo en caso necesario. Pero el fuego continuo, tanto de los defensores como de los sitiadores, y el rugido de los aviones que volaban a baja cota y el tronar de sus bombas alteraron por completo los hábitos de sueño de los hombres. Sin embargo, ello no parecía tener ningún efecto sobre las ratas. La primera semana de febrero, las condiciones de vida en Khe Sanh rayaban lo insoportable. Toneladas de basura se amontonaban por toda la base los excrementos de los Marine eran quemados en bidones. El hedor era espantoso.
Infecciones y plagas
En las casamatas donde dormían, los marine tenían que soportar el nauseabundo olor del sudor y la orina de sus compañeros. En esos refugios bajo tierra martilleados constantemente por los proyectiles enemigos, la tropa tenía que espantar a las ratas que se metían entre sus piernas, que saltaban sobre su pecho mientras dormían. Los hombres se envolvían completamente en sus ponchos por la noche, con la cara cubierta para evitar ser mordidos por sus indeseadas compañeras de cama. Algunos fueron mordidos y contrajeron infecciones y enfermedades. Otros se untaban los dedos de los pies con mantequilla de cacahuete para atraer a las ratas, ser mordidos por ellas y contraer una enfermedad que pudiese sacarles del infierno de Khe Sanh.
Algunos días cayeron sobre la base 1 000 proyectiles enemigos, mientras francotiradores muy bien emboscados disparaban contra cualquier infante de marina que entrase en su sector de tiro.
El 23 de febrero, el teniente Jacques salió con 20 hombres de la Compañía Bravo a localizar una posición de mortero nordvietnamita que estaba bombardeando la base con gran precisión. Los hombres de la Bravo cargaron por terreno descubierto, pero fueron inmovilizados por el fuego de fusilería enemigo. Atacados de frente y por los flancos, tan sólo cuatro hombres consiguieron recorrer los 200 metros de regreso al perímetro. El tan esperado ataque masivo de la infantería enemiga contra la base de Khe Sanh no llegó a materializarse. Pero los Marine no lo sabían; de hecho, las unidades nordvietnamitas sondeaban sus defensas y cavaban trincheras dirigidas hacia las posiciones del perímetro, lo que desde luego no era un indicio demasiado esperanzador. Tan sólo se lanzó un ataque a pequeña escala. Después de que una unidad del Ejército nordvietnamita asaltase el extremo este de la base y fuera rechazada por los Ranger del ARVN, la infantería enemiga no volvió a amenazar la base.
En la mañana del sábado 10 de enero de 1968 los infantes de marina acantonados en la base de combate de Khe Sanh pudieron echar un vistazo al tablón de anuncios y ver que películas iban a pasar durante la siguiente semana. Entre las novedades figuraba, programada para aquella misma tarde, "Paraíso hawaiano", protagonizada por Elvis Presley, película que iba a ser proyectada en las seis salas repartidas por la enorme base. Más abajo de la lista venían "Murderer's Row", "Beau Geste" y "Gunsmoke". Estas distracciones, enviadas especialmente desde Estados Unidos,
revelan lo aburrido y tedioso de la vida en aquel puesto aislado de la presencia norteamericana en Vietnam. Pero mientras la tropa miraba la cartelera de películas, el comandante de la base, coronel David E. Lownds, tenía cosas más importantes en que pensar.
En el cuarto de radio de la base, Lownds escuchaba atentamente la oleada de informes que enviaba el capitán Bill Dabney, el oficial al mando de una de las compañías de Marine encargadas de tomar las colinas que rodeaban el perímetro de la base. Dabney y los hombres de la Compañía India hablan tropezado con un batallón de soldados nordvietnamitas mientras patrullaban por la Cota 881 Norte y estaban en aquellos momentos envueltos en un intenso tiroteo. Para Lownds, había comenzado la tan largo tiempo esperada ofensiva contra la base de Khe Sanh.
¿Paraíso Hawaiano?
Las posiciones exteriores de la colina y la base de combate fueron puestas inmediatamente en estado de alerta máxima. Los artilleros preparaban apresuradamente sus cañones de 105 y 55 mm, las defensas de alambre de espino fueron revisadas y reforzadas, y se distribuyeron bengalas y minas Claymore adicionales por todas las defensas del perímetro. Mientras caía la noche, los Marine probaron sus armas con breves ráfagas, comprobaron sus municiones e intentaron mantenerse todo lo tranquilos que podían. "Paraíso hawaiano" fue retirada del cartel y el club de oficiales se cerró hasta nueva orden.
La megabase de la Infantería de Marina en Khe Sanh estaba situada en un pequeño altiplano, en la parte más al norte de Vietnam del Sur, a tan sólo 24 km al sur de la Zona Desmilitarizada.
Situada junto a la Carretera 9, la principal ruta desde Laos a las importantes ciudades de Quang Tri y Ru, Khe Sanh se había convertido en una obsesión para el general Westmoreland.
Antes de la guerra, esa zona tenía la reputación de ser uno de los lugares más hermosos de la tierra. Montañas con densos bosques y suaves colinas, separadas por valles verdes y brumosos, rodeaban el pequeño pueblo de Khe Sanh, situado en el borde del altiplano.
Pero en 1966 las cosas habían cambiado mucho. A instancias de Westmoreland, que estaba profundamente preocupado por las actividades de las tropas nordvietnamitas en la zona, los Marine se habían trasladado a Khe Sanh. Enormes excavadoras despejaron una amplia zona alrededor de la antigua pista de aterrizaje francesa, que fue alfombrada con placas metálicas, mientras los zapadores y agregados civiles acababan de levantar las instalaciones de una nueva base de combate.
La llegada de los Marine de la guarnición llevó también la guerra a Khe Sanh. En la primavera y el verano de 1967, los Marine se enfrentaron a las tropas nordviernamitas en numerosas escaramuzas en las colinas que rodeaban el altiplano, lo que hizo que se mejorasen las defensas de la nueva base de combate. En enero de 1968 había 6.000 Marine en Khe Sanh, y no estaban solos.
Según habían sabido los servicios de información militar, a principios de enero fuerzas nordvietnamitas habían cruzado a gran escala la frontera hacia Vietnam del Sur y tomado posiciones en la franja de terreno situado entre la Zona Desmilitarizada y la carretera 9. En la Ruta Ho Chi Minh a su paso por Laos, sensores lanzados por la fuerza aérea incrementaron su actividad electrónica al tiempo que el volumen de tráfico se intensificaba. Durante octubre de 1967 esas disposiciones informaron del de movimiento cerca de mil camiones alrededor de Khe Sanh, cifra que en diciembre fue de seis mil quinientos. No parecía haber duda acerca de los que tenían pensado los nordvietnamitas para Khe Sanh.
A mediados de enero, la artillería nordvietnamita había empezado a bombardear la base de combate. Los Marine llevaban puesto sus chalecos antibala a todas horas y sin distinciones visibles, pues todo el mundo sabía que los francotiradores de Charlie elegían a sus victimas por su graduación. Los obuses de los Marine hacían fuego H&I (Hostigamiento e Interdicción) para mantener a las tropas nordvietnamitas a raya, pero los objetivos resultaban muy difíciles de identificar. El tiempo en Khe Sanh era una maldición para los artilleros. Espesa niebla y nubes bajas cubrían las colinas, haciendo imposible a los observadores aéreos dirigir el fuego de los Marine contra la artillería enemiga. Enviar grupos de observación para corregir el tiro de los obuses a la zona, infestada de enemigos, de los alrededores de la base habría sido como enviarlos a la muerte segura en cuanto cruzaran las puertas de la base. Mucha de la información sobre los blancos se obtenía de los sensores electrónicos sembrados alrededor de Khe Sanh. Sin embargo seguía siendo una información muy precaria para establecer un fuego coordinado, y los artilleros nunca sabían si daban en el blanco o no. Frustrante.
El 20 de enero la bola comenzó a rodar. Mientras el capitán Dabney estaba en la Cota 881S, un teniente nordvietnamita irrumpió en la base principal haciendo ondear una bandera blanca.Ante los atónitos Marine que le interrogaban, detalló todo el plan de ataque del ejercito nordvietnamita.
Los primeros asaltos serían a las 00.30 de aquella misma noche, dirigidos contra las colinas y la base principal. Después de acabar con los Marine, las divisiones nordvietnamitas pensaban dirigirse al este y tomar las ciudades de Quang Tri y Ru. Sin embargo, ¿quién era aquel teniente? ¿Una estratagema, un truco sucio de los nordvietnamitas para engañar a los Marine? Afortunadamente, Lownds decidió que no tenían nada que perder creyéndole.
Como había predicho el desertor, los nordvietnamitas atacaron la Cota 861 con una andanada de cohetes pesados, fuego de morteros y de ametralladora según el plan programado, con lo que se inició la batalla por la posesión de la colina. Cinco horas más tarde, la misma base de Khe Sanh estaba bajo fuego. Varios cientos de cohetes de 122 mm, cada uno de ellos de un peso superior a los 45 kg, cayeron sobre las posiciones de la base, seguidos por un bombardeo masivo de artillería y morteros pesados. El infortunio quiso que uno de los primeros cohetes caídos en la base se abriese camino al interior de un gran refugio situado en el extremo este de la misma y detonase. La explosión que siguió fue algo que ni los Marine más experimentados habían visto nunca. El altiplano de Khe Sanh se iluminó con una gigantesca llamarada de fósforo producida por las 1 500 toneladas de munición que estallaron de golpe. Los helicópteros situados en la plataforma de aterrizaje se desparramaron como juguetes, las tiendas y construcciones se desintegraron y una terrible lluvia de metralla y proyectiles de todo tipo y descripción empezó a caer sobre toda la base. Algunos detonaban con el impacto, otros ardían. El combustible de aviación y el aceite almacenado se inflamaron con el calor y, mientras tanto, más y mas proyectiles y cohetes llovían sobre la base.
La mañana del día 21, Khe Sanh amaneció en mitad de una total destrucción. Continuaban ardiendo hogueras por toda la base y por todas partes la tierra era una masa de escombros por la explosión del polvorín. Vainas vacías, hierros retorcidos, piezas y cascotes de los edificios yacían por todos lados. Un humo negro y espeso secaba las gargantas de los Marine mientras intentaban restablecer las condiciones de la base. Sus esfuerzos se veían dificultados por las ráfagas que de vez en cuando disparaba el enemigo. Era algo a lo que iban a tener que acostumbrarse.
Durante el resto del mes de enero el Ejército nordvietnamita mantuvo su presión sobre la base y los puestos de las colinas, pero no había ninguna duda acerca de que los norteamericanos debían conservar la posición como fuese. Después de toda la retórica de Westmoreland sobre la importancia de Khe Sanh, la imagen en las pantallas de televisión en EE UU de los Marine retirándose por la Carretera 9 con el rabo entre las piernas era algo que no podía permitirse.
Heroísmo, anuncios y el Dr. KiIdare
Cada noche aparecían desgarradores reportajes en la televisión sobre la vida en las casamatas, y los editoriales en toda la prensa de la nación hablaban de la determinación de resistir. Se explicaban historias de heroísmo entre los anuncios y los episodios del Dr. Kildare. Pero en las trincheras y refugios de Khe Sanh los Marine estaban más interesados en seguir vivos. Para todo el mundo en la base, mando o soldado, las condiciones en la misma eran un infierno en la tierra. A lo único que podían recurrir para detener a las oleadas humanas que los nordvietnaminas podían lanzar era a la potencia de fuego. Día tras día, los cazas tácticos y los bombarderos B-52 martilleaban las colinas que rodeaban la base y las zonas de concentración y los emplazamientos de la artillería de largo alcance nordvietnamitas situados en Laos.
Westmoreland había bautizado el apoyo aéreo de Khe Sanh con el nombre de Operación "Niagara". En el interior del perímetro, los Marine estaban bien protegidos por sus baterías de 105 y 155 mm, y por un gran número de morteros pesados. Los 16 cañones de 175 mm de las bases de fuego del nordeste, en Camp Carroll y la Rockpile, podían prestar apoyo en caso necesario. Pero el fuego continuo, tanto de los defensores como de los sitiadores, y el rugido de los aviones que volaban a baja cota y el tronar de sus bombas alteraron por completo los hábitos de sueño de los hombres. Sin embargo, ello no parecía tener ningún efecto sobre las ratas. La primera semana de febrero, las condiciones de vida en Khe Sanh rayaban lo insoportable. Toneladas de basura se amontonaban por toda la base los excrementos de los Marine eran quemados en bidones. El hedor era espantoso.
Infecciones y plagas
En las casamatas donde dormían, los marine tenían que soportar el nauseabundo olor del sudor y la orina de sus compañeros. En esos refugios bajo tierra martilleados constantemente por los proyectiles enemigos, la tropa tenía que espantar a las ratas que se metían entre sus piernas, que saltaban sobre su pecho mientras dormían. Los hombres se envolvían completamente en sus ponchos por la noche, con la cara cubierta para evitar ser mordidos por sus indeseadas compañeras de cama. Algunos fueron mordidos y contrajeron infecciones y enfermedades. Otros se untaban los dedos de los pies con mantequilla de cacahuete para atraer a las ratas, ser mordidos por ellas y contraer una enfermedad que pudiese sacarles del infierno de Khe Sanh.
Algunos días cayeron sobre la base 1 000 proyectiles enemigos, mientras francotiradores muy bien emboscados disparaban contra cualquier infante de marina que entrase en su sector de tiro.
El 23 de febrero, el teniente Jacques salió con 20 hombres de la Compañía Bravo a localizar una posición de mortero nordvietnamita que estaba bombardeando la base con gran precisión. Los hombres de la Bravo cargaron por terreno descubierto, pero fueron inmovilizados por el fuego de fusilería enemigo. Atacados de frente y por los flancos, tan sólo cuatro hombres consiguieron recorrer los 200 metros de regreso al perímetro. El tan esperado ataque masivo de la infantería enemiga contra la base de Khe Sanh no llegó a materializarse. Pero los Marine no lo sabían; de hecho, las unidades nordvietnamitas sondeaban sus defensas y cavaban trincheras dirigidas hacia las posiciones del perímetro, lo que desde luego no era un indicio demasiado esperanzador. Tan sólo se lanzó un ataque a pequeña escala. Después de que una unidad del Ejército nordvietnamita asaltase el extremo este de la base y fuera rechazada por los Ranger del ARVN, la infantería enemiga no volvió a amenazar la base.
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